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Por un paquete de marihuana

Batalla campal entre Craxi y el director de 'La Repubblica'

Juan Arias

Todo empezó con la presunta detención en el aeropuerto de Malindi, en Kenia, en Navidad, del vicesecretario del Partido Socialista Italiano (PSI), Claudio Martelli, por llevar un paquete de marihuana. El caso se ha convertido en una batalla campal entre el líder socialista, Bettino Craxi, y el director de La Repubblica, Eugenio Scalfari, así como entre diarios y semanarios, con graves acusaciones e insultos a voz en grito.

Baste saber que Craxi había atribuido la "campaña de denigración" contra Martelli a periodistas mascalzzoni, es decir, "cochinos" o "sinvergüenzas". Se refería, sobre todo, a los de la revista L'Espresso, que había levantado la historia enviando dos periodistas a Kenia, y al diario La Repubblica, que dedicó un día nada menos que tres páginas al asunto publicando una entrevista con el embajador de Kenia en Roma en la que se confirmaban los hechos publicados por L'Espresso.Craxi arremetió escribiendo con su seudónimo de Ghino di Tacco, en el diario L'Avanti, órgano oficial del Partido Socialista Italiano (PSI), que quien ha movido todo ha sido "un único cochino, enorme, inconmensurable y redivivo".

A ello hay que añadir que el director del TG-2 de la RAI, Alberto La Volpe, socialista, lanzó desde la televisión pública una ardiente defensa de Martelli, insultando a los periodistas que habían escrito sobre el caso y pidiendo la dimisión del director de L'Espresso, Giovanni Valentini. De ello se hizo eco el jueves el semanario L'Europeo, de inspiración socialista, con el título en portada Periodismo indecente y calificando a L'Espresso y a La Repubblica de "publicaciones basureras".

En la noche del jueves, en el prestigioso programa de Enzo Biagi se presentó Scalfari para adelantar un comentario editorial que publicó ayer y, respondiendo a la frase escrita por Craxi, dijo con ironía que quizá no se refería a él, sino a Gitilio Andreotti [actual ministro democristiano de Asuntos Exteriores], de quién el líder socialista había dicho en otras ocasiones que podía ser el gran viejo que urde todas las tramas de este país. Pero que si se refería a él le bastaba recordar que el seudónimo bajo el que se esconde Craxi, Ghino di Tacco, es el nombre de "un bandido callejero".

Y añadio que si cuando The Washington Post desveló el escándalo del Watergate hubiesen preguntado a la opinión pública qué pensaban de aquel diario, todos le hubiesen aplaudido.

Ayer, en su editorial titulado Vuelve Ghino y sus bandoleros, Scalfari es muy duro y concluye con estas palabras: "Queremos subrayar que si Ghino, y sus cómplices, en vez de ser bandoleros en las encrucijadas de las carreteras, fuesen rey o emperador, serían tiempos muy duros para la libertad de Prensa".

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El director de La Repubblica afirma también que un periodista puede equivocarse y que en ese caso debe pagar, pero que nadie puede arrogarse el derecho de impedir que se investigue una noticia o un rumor para conocer la verdad, guste o no al régimen.

Campaña contra la droga

Pero para entender el fondo de la polémica es necesario recordar que últimamente Craxi había lanzado una campaña muy severa contra la droga pidiendo que sean castigados no sólo quienes la venden, sino también quienes la consumen, y había llegado incluso a proponer severas penas para quienes se fumen un porro. Para dar ejemplo, él mismo había dejado de fumar... cigarrillos.Su vicesecretario Martelli, que siempre, junto con los radicales, había defendido la distinción entre drogas duras y blandas, se puso esta vez de parte de su jefe, justificándolo con el hecho de que el problema de la droga se había agravado en Italia.

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