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Los húngaros y sus dirigentes coinciden en la necesidad de cambios democratizadores

Hungría conmemora hoy, por primera vez en la posguerra, su tradicional fiesta nacional con un amplísimo consenso entre la población y el poder y la esperanza ante la rapidez con que consuman los cambios democratizadores en el país. Se celebra de nuevo el 15 de marzo, aniversario del levantamiento de 1848 contra la monarquía de Viena, fiesta suplantada, tras el acceso al poder del partido comunista en 1948, por el día de la revolución bolchevique (7 de noviembre).

En plena transición democrática la población húngara, sus partidos -ya varios- y organizaciones democráticas han logrado con la celebración del 15 de marzo su primer éxito en el anhelado consenso nacional.El partido comunista (POSH) llamó ayer a todos sus militantes a acudir a los actos y a la máxima tolerancia hacia sus adversarios políticos, que saldrán por primera vez de forma legal y masiva a las calles de Budapest y otras ciudades. Algunos observadores temen posibles provocaciones por parte de sectores inmovilistas para desestabilizar el proceso democratizador.

En Budapest se percibía, no obstante, ayer una gran satisfacción e incluso alivio por este cambio en la fecha de la fiesta nacional, todo un símbolo de la recuperación de soberanía.

Las manifestaciones de los últimos años, convocadas en esta fecha por la oposición, aún provocaban reacciones opresivas del régimen. Hoy el partido ha convocado una manifestación oficial y en algunos actos participará conjuntamente con la oposición.

Imre Poszgay, el ministro de Estado y líder del frente democratizador en el seno del partido y el Gobierno, presidirá un acto conjunto de las autoridades y la oposición en la ciudad de Györ. El astuto político reformista evita así tener que elegir en Budapest entre las manifestaciones del partido y la oposición democrática.

La invitación del partido a una gran manifestación conjunta en Budapest fue rechazada por una amplia plataforma de organizaciones democráticas que quieren evitar que las autoridades capitalicen los actos.

En las manifestaciones que se celebrarán hoy en Budapest el partido espera concentrar más de 70.000 personas. Y la oposición, más ambiciosa, dice contar con la participación de más de 120.000 personas. Budapest, engalanada por decenas de miles de banderas húngaras y en ausencia absoluta de banderas rojas y símbolos comunistas, era ayer una ciudad expectante ante la posibilidad de expresar sus sentimientos nacionales sin cortapisas por primera vez en vanas décadas.

Los escudos del héroe de la revolución de 1848, Lajos Kossuth, con y sin la corona imperial de san Esteban, lucían ya en las solapas de miles de transeúntes y en las fachadas de algunas iglesias, cuando prácticamente es un hecho la abolición del escudo con la estrella roja sovietica.

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