Desafueros
Resulta inútil festejar el Día de la Mujer cuando en nuestro país existe la hermosa tradición de conmemorar, todos y cada uno de los días, a la Hembra Cautiva, Acogotada y Hecha Cisco. Una celebración perenne de la que, como botón de muestra, citaré los desafueros cometidos en torno a los casos de violación y manoseos. Sí, ya sé que últimamente se ha hablado en abundancia de estos temas. Pero como los desaforadores se empeñan en seguir desaforando, habrá que insistir en el asunto.Cierro los ojos y así, a vuelo de memoria, recuerdo unas cuantas historias truculentas. La de la minifalda, claro; y la del tribunal que absuelve a dos violadores por la "vida licenciosa" de la víctima. Pero también la de aquella mujer casada, violada por cinco hombres, de la que el juez dijo que no opuso "la debida resistencia": al parecer, a las que no se dejan matar se les supone un gustirrinín pecaminoso. Y la de aquella muchachita subnormal que fue violada analmente por tres bestias a los que el magistrado, a lo que se ve más preocupado por el virgo que por la dignidad de las mujeres, reconoció sólo un delito de abusos deshonestos, imponiéndoles una fruslería de condena.
Y luego está la lentitud e ineficacia de la ley para perseguir estos delitos. Como el caso de aquella mujer que fue violada, ante los ojos de sus hijos, por un vecino policía, quien, tras pasar un solo mes de prisión preventiva, se dedicó a aterrorizarla y a perseguirla. O como el de Ana Lirola, violada y asesinada en Almería hace más de año y medio, sin que hasta ahora, tras una investigación plagada de errores e inconsecuencias, se haya descubierto a los culpables. Al azote de los violadores, en fin, hay que sumar la actitud de los guardianes de la ley. Magistrados que, salvo honrosas excepciones, acaban insultando y desdeñando a las víctimas. Ellos sí que son licenciosos, o, como explica el diccionario, "personas entregadas al vicio". Porque nada tan vicioso como ese mórbido y tortuoso concepto del sexo y la moral con que pretenden aplicar justicia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.