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Agustín Millares,poeta

La pérdida del poeta Agustín Millares Sall, fallecido en la madrugada del pasado lunes en Las Palmas (Gran Canaria) a los 72 años, ha provocado, según los intelectuales canarios, un vacío importante en la "voz social" del archipiélago. Había sido uno de los autores más comprometidos que dio la literatura del posfranquismo en las islas. Hermano de uno de los máximos representantes de la vanguardia pictórica española de los años sesenta, Manolo Millares, conservó invariables hasta sus últimos días las convicciones comunistas que le acarrearon graves sobresaltos durante la guerra civil.Sus vecinos y amigos le dedicaron ayer una marcha de despedida en la intimidad, tal como él lo solicitó, que recorrió una de las calles de la citada capital, que lleva su nombre, al término de la cual arrojaron sus cenizas al Atlántico, cumpliendo así su deseo de ser incinerado y esparcido en el mar con el que convivió.

Su fe intransigente en la libertad, por la que luchó toda su vida, y una constante vocación crítica respecto a la injusticia que le honró hasta la muerte, presidieron desde el primero hasta el último de sus 21 libros. Para el crítico Domingo Pérez Minik fue "un autor de personalidad verdaderamente fascinante que supo levantar acta con palabra selecta sobre los conflictos del hombre y su circunstancia'.

Pionero de la poesía social de posguerra en España, que practicó "con una perfección inigualable", en opinión del intelectual José Arozena, aceptó el precio del anonimato con que el centralismo literario suele ser insensible a la condición de escritor insular. Obtuvo el reconocimiento de su pueblo al recibir en 1985 el Premio Canarias que le otorgó la comunidad autónoma. El verso de este poeta y la pintura desgarrada de su hermano Manolo, unidos a las iniciativas de toda una saga de Millares, aportan una dimensión de calidad familiar a la cultura de las islas que ya hoy heredan las generaciones inmediatas. Para su amigo y poeta Pedro Lezcano "fue el único de su generación en las islas que creyó firmemente en aquel adagio de Bertolt Brecht en que afirmaba que el mundo se puede transformar mediante la palabra".

La afinidad musical de sus versos y el poder comunicativo de su verbo, que se aprecia en su confesión más conocida ("Yo, poeta, declaro que escribir poesía / es decir el estado verdadero del hombre, / es cantar la verdad, es llamar por su nombre / al demonio que ejerce la maldad noche y día"), trasladaron con frecuencia textos suyos del papel a la canción a través de compositores e intérpretes como Juan Carlos Senante, Taburiente, Palo, Rosa León y Los Sabandeños. Elfidio Alonso, director de este último grupo, destaca "su dominio de todas las formas poéticas y su talento para crear hermosas canciones que justifican de sobra el que Leopoldo de Luis lo haya incluido en su histórica antología".

El poeta Manolo Padorno, que fue uno de los participantes en la oración fúnebre con que le despidieron ayer sus más allegados, dijo que era "una de las voces más insobornables de la poesía en habla castellana". Millares, comunista de toda la vida, se distinguió también por una inclaudicable y "generosa entrega a la palabra", observa el crítico Jorge Rodríguez Padrón.

El autor de El grito en el cielo y Segunda enseñanza había irrumpido en 1947 en la quinta columna de Antología cercada (con otros poetas), anunciando el nuevo brío de su lenguaje y la carga demoledora de su mensaje, que "matizó con rasgos surrealistas en sus últimos años", precisa el crítico Lázaro Santana. Millares Sall dejó su mejor testamento en forma de dos antologías: Poesía unánime (1966) y El paraíso de los nudos (1979), esta última publicada por la Editora Regional Canarias (Edirca, SL) junto a una grabación con poemas recitados por el propio autor que hoy adquiere todo su valor testimonial.

Ejemplos de su obra han sido recogidos en antologías nacionales y extranjeras; Millares Sall colaboró con revistas literarias de Canarias, la Península y América. Fue cofundador con sus hermanos Manolo y José María de la publicación periódica Planas de Poesía. Millares participó en iniciativas renovadoras como el Centro de la Cultura Popular Canaria, en el que publicó sus últimos libros, Andén verde y Tierra batida.

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