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Perros salvajes

Cientos de canes asilvestrados campean a sus anchas por las sierras de la Comunidad de Madrid

Jorge A. Rodríguez

El pastor Gabriel Ruano no daba crédito a sus ojos el pasado 17 de febrero. El corral donde guardaba sus 50 cabras, en un paraje situado entre Vicálvaro y Coslada, muy cerca de Madrid, era un baño de sangre. Veinticuatro lanudas habían muerto a dentelladas. Apenas un mes antes, 14 ciervos murieron casi devorados en Cercedilla. Los autores dejaron sus dentelladas sobre las víctimas. ¿Lobos? No, sólo perros. Cientos de perros asilvestrados campean a sus anchas por la Comunidad de Madrid. Estas jaurías son tan peligrosas que la Agencia de Medio Ambiente (AMA) ha decidido acabar con ellas.

No temen a nada ni a nadie: ése es el principal peligro de los perros asilvestrados. Merodean fundamentalmente por zonas de la sierra con alta presión urbanística, ya que, en muchos casos, las segundas residencias de las sierras han sido sus hogares natales. Afortunadamente, todavía no han atacado a ningún ser humano."Muchos de los perros asilvestrados han sido abandonados por sus dueños cuando no han sabido que hacer con ellos, de ahí que no tengan miedo del hombre. Han tenido que sobrevivir y adaptarse, se acercan a las casas como si tal cosa, y, además, persiguen a todos los animales que se les ponen a tiro como si de lobos se tratara", declaró a EL PAÍS José Manuel de Nicolás, técnico de la Agencia de Medio Ambiente.

El ataque al cercado de ciervos que estaban en período de adaptación para la repoblación de la sierra cercana a Cercedilla fue el primer susto y el que puso en guardia a la AMA sobre el peligro de los perros salvajes. Poco después murieron las cabras en el Camino Viejo de los Toros y se comprendió la necesidad de tomar medidas inmediatas.

"No aportan nada, están desplazando de su medio natural a otros depredadores como el zorro y están dificultando enormemente la repoblación de la sierra con otras especies", afirma de Nicolás. El objetivo es eliminarlos.

Jaurías numerosas

Pero para eliminarlos primero hay que controlarlos y localizarlos. Difícil tarea. "No hay un censo sobre perros salvajes ni los tenemos perfectamente localizados, pero por nuestros guardas forestales sabemos que hay muchas jaurías, algunas de ellas muy numerosas (entre 5 y 12 miembros) y bien organizadas", comenta Luis Maestre, director de la AMA.

Los alrededores de Canencia y La Pedriza, lugares muy frecuentados por excursionistas que se acercan a la sierra madrileña, son dos de las zonas de mayor densidad. "Abundan en estas áreas porque en ellas encuentran mucha comida, la basura de las urbanizaciones y la que dejan los excursionistas después de pasar un día de campo", añade Maestre.

La AMA está diseñando en estos momentos un plan para erradicar a los perros salvajes de la sierra de Madrid. Comida y sexo serán los cebos que se utilizarán para atraer a estos animales. "Estamos trabajando en un sistema que consistiría en atraerlos a cercados utilizando como reclamo comida o perras en celo. Una vez dentro, si este método resulta efectivo y después de un tiempo, los eliminaremos", señala Maestre.

Pero con este sistema pueden pagar justos por pecadores. De ahí que la AMA recomiende que se ponga collares a todos los perros domésticos de las zonas rurales para que no sean confundidos con sus compañeros asilvestrados.

Un problema más. Y grave. Al otro lado de los Pirineos hay una epidemia de rabia que está haciendo estragos entre distintas especies de animales. "Si esta enfermedad llega a España, si se transmite de alguna forma a estos animales, el problema puede agravarse hasta extremos insospechados, especialmente si muerden a alguien", concluye el director de la AMA.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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