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'Sexmachine'

Imagino sus caras salpullidas de acné ante las pelis en cinemascope, con la fantasía disparada frente al fundido en negro, el the end y los títulos de crédito... Entonces, por asociación de ideas, se podía pensar que el final feliz significaba tan sólo una mirada profunda, inmaculada e incólume.Tuvieron que irse fuera, al otro lado de las montañas azules, ya tan sólo semipúberes, para comprobar que se las daban con queso.

Felipe ni tan siquiera era Isidoro cuando ya estábamos de vuelta. Con el babero les limpiábamos la rebaba de su castración del fundido en negro, aún nos hacen sonreír esas penas ajenas.

Nosotros, sus siguientes sólo, tuvimos que salir a la calle. Eso del fundido era algo que nínfulas y efebos nos pasábamos por la bocamanga y el rabillo de¡ ojo. No hacía falta ser más alto que el poyete del quiosco para ver que los cuadraditos en negro eran pezones. Las casetas de la prensa tenían su propia esfervescencia por aquel entonces.

Yo sin ir más lejos, vean ustedes, tuve la posibilidad de hacer la revolución sexual todos los viernes, que era cuando salía a la venta el fascículo de "cómo vivir bien en pareja". Un sexo a trompicones, por entregas, la iniciación a plazos... La verdad es que pocos lográbamos terminar la colección, el interés moría por el camino y sustituimos la castración del fundido en negro por el síndrome del último fascículo (cómo termina el éxtasis). Pero ésa es otra película.

Sus historias duraban lo que dura un serial, una novela rosa, unas cartas desde el exilio, un viaje en seat. En el cine, los problemas se solucionaban en menos de una hora, como al principio los nuestros. Pero luego, a la cámara le salieron competidores, y se inventó el spot que crea principios y finales en medio minuto, el teletexto que sirve de celestina, el teléfono que da línea caliente, el vídeo que congela sublimaciones... Nuevos fetiches con chips, sex machine al cuadrado. Aquéllos trajeron los anticonceptivos, nuestros siguientes traen los preservativos. ¡Snif!

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