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Madrid y Machado

El día 22 de febrero de 1939 Antonio Machado Ruiz llegaba a su último viaje como siempre había deseado: "Casi desnudo, como los hijos de la mar". Tan ligero de equipaje que su última obra se perdió en un maletín en aquella trágica huida al destierro. No pudo, sin embargo, cumplir una voluntad expresada por boca de su Juan de Mairena: "Morir sin llamar la atención de nadie". La muerte de Machado fue un aldabonazo en la conciencia de Europa, y una llamada hacia el futuro en favor de la solidaridad y la paz entre los hombres.Se cumplen ahora 50 años de la desaparición de un hombre bueno. De un poeta y un pensador que dedicó a Madrid gran parte de su vida y de su producción literaria. Durante muchos años el Machado madrileño ha sido oficialmente ignorado. Por eso, la conmemoración de su muerte puede ser un, buen motivo recordatorio de la figura de este español singular.

Antonio Machado fue un hombre que vivió intensamente la vida ciudadana. Habitual de la tertulia del Ateneo, compartió conversación con Fernando de los Ríos, Azaña, su entrañable don Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Valle-Inclán y otros escritores y políticos de talla.

Madrid tuvo para él una atracción especial. Aquí realizó, niño, sus primeros estudios, y su último y grande amor (como él decía), su Guiomar, estaba en Madrid. En Madrid vivió los primeros meses de la guerra, y aquí escribió los alegatos más duros contra la agresión del fascismo, contra la sangre derramada.

De Machado, que tantas cosas hermosas escribió de Madrid, a mí me ha quedado una anécdota que, como socialista, tiene una especial significación. Cuenta en Desde el mirador de la guerra que él tenía 13 años cuando escuchó "al compañero, Iglesias, posiblemente en el parque del Buen Retiro". Don Antonio relata que al oírle hizo "la única honda reflexión que sobre la oratoria puede hacer un niño: parece que es verdad lo que ese hombre dice", y añade don Antonio que otros oradores, tal vez más cultos, tal vez más enterados, no le hicieron la menor impresión. Este amor por la verdad que el poeta tuvo siempre como norma de vida ha sido para mí motivo siempre de reflexión. Antonio dice que volvió a oír a Pablo Iglesias años después y que no podrá olvidar la vehemencia con que "fulminaba las desigualdades del camino, sin mencionar siquiera su brevedad". "La brevedad del camino", dice Machado, "en nada amengua el radio infinito de una injusticia". Posiblemente nadie tenga más derecho que Machado a que el pueblo de Madrid le rinda un mínimo homenaje.

Como alcalde, y por encima de ideologías, sí quiero dejar constancia del agradecimiento del pueblo de Madrid para un hombre que se madrileñizó plenamente. Para mí como andaluz -igual que él- y madrileño de adopción -como don Antonio-, es un placer releer hoy alguno de sus escritos dedicados a esta ciudad, volver a sentir el afecto que el poeta sentía por nuestra capital; y lo sería más si fuera posible pasear con él desde el Café Varela al Comercial, sentarse a su lado en la tertulia del Ateneo, escuchar algunas de sus reflexiones y participar en las a veces acaloradas discusiones que de vez en vez se producían entre los contertulios. Porque, hojeando su obra, es tremendo comprobar la vigencia de Machado y ver la frescura que sus artículos sobre Madrid conservan todavía.

Gallardo en la derrota

Machado tuvo además la virtud de cantar a un Madrid gallardo en la derrota, a una ciudad asediada y que supo abrazar causas que, si eran perdidas, tuvieron siempre la grandeza de apoyar, como Machado decía, la causa popular.

El propio poeta se lamenta, en un artículo de 1937, de que siempre hemos tendido a olvidar "lo trágico y lo heroico madrileño". Y defendía la sonrisa madrileña, "levemente cínica, marcadamente irónica". Lo que él definía "sonrisa a pesar de todo". Y decía que en la sonrisa madrileña hay "una lección de moral, de dominio del hombre sobre sí mismo". Fue a esa sonrisa, tal vez, a la que cantó en la famosa cuarteta de Madrid, ese Madrid que "sonríe con plomo en las entrañas'.

Este Machado, el filósofo menos conocido, el poeta demasiado tiempo hurtado a su pueblo, es al que Madrid rinde homenaje en el 50º aniversario de su muerte. Porque todavía sigue sonando bien el nombre de Madrid y sigue siendo rompeolas de todas las Españas, y todavía seguimos deseando ganar el mañana, aunque el ayer haya sido de otros.

Juan Barranco Gallardo es alcalde de Madrid.

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