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Después de Afganistán

Podría ser el inicio de la época más difícil para Mijail Gorbachov. A la humillación militar seguirá seguramente la humillación política, el hundimiento del régimen comunista de Kabul. El pueblo soviético puede aceptar como explicación que la retirada era inevitable, pero rechazará la derrota. Este es el problema al que Gorbachov se enfrenta en febrero.Las elecciones para la renovación del Parlamento constituyen su problema del mes de marzo. Según los criterios occidentales, es un primer paso hacia las elecciones libres. Para algunos soviéticos es, desgraciadamente, insuficiente; para otros, asustante y excesivo. Los liberales del partido comunista continuarán cerrando el paso a los candidatos que no sean de su agrado. Los conservadores se horrorizarán si un grupo no comurusta sale elegido en Estonia o Lituania. Las elecciones agudizan la guerra en dos frentes que mantiene Gorbachov en el interior. Y todavia no ha encontrado la respuesta a su mayor problema: el económico. Para final de año tienen que estar sentadas las bases del próximo plan quinquenal. Los expertos soviéticos afirman que la economía no marchará bien si los precios no reflejan el valor real de las cosas. Pero los políticos, entre ellos Gorbachov, replican que esto podría llevar a una inflación intolerable. La libertad de precios necesita la competencia. Gorbachov no ha encontrado salida a este círculo vicioso.

8 de febrero

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