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Represión y 'apertura'

El viaje a España del ministro iraní de Exteriores, Alí Akbar Velayati, busca el apoyo de capital extranjero para la reconstrucción y superar el aislamiento político internacional. Esto ocurre en un momento en el que es necesario destacar la masiva ejecución de presos políticos, el mencionado esfuerzo para reconstruir una economía destruida, el continuo aumento del descontento popular y la intensificación de los conflictos internos del régimen.En la matanza de presos políticos, dirigida por tres personas seleccionadas por Jomeini, han perdido la vida miles de activistas del movimiento democrático popular que en buena parte, combatieron por la libertad y la democracia en la época del sha.

Tras el alto el fuego negociado por Irán e Irak, la reconstrucción surge como la necesidad más apremiante en Irán. Sin embargo, esta necesidad ya existía y estaba estrechamente vinculada a los intereses de los centros de poder económico, nacionales corno internacionales. Era una necesidad cuestionada por la guerra y que no dejó de generar contradicciones, abriendo profundas brechas entre los sectores dominantes de Irán.

El sector encabezado por el presidente del Parlamento, Alí Akbar Hachemi Rafsanyani, que goza del apoyo de Jomeini y de Alí Jamenei -presidente de la República-, es partidario de mayor libertad para la economía privada y de la presencia de monopolios occidentales. El primer ministro, Mir Husein Musavi, junto con otras influyentes personalidades, como el fiscal general, Joiniha, consideran de mayor importancia controlar la actividad privada.

Agudas discrepancias

La junta de consejeros para la reconstrucción está dando hoy su confórmidad a las orientaciones del sector de Rafsanyani. Las agudas discrepancias sobre cómo dirigir la reconstrucción han dado nueva dimensión y profundidad a los antiguos conflictos entre los distintos sectores. El principal foco de conflictos, anteriormerite centrado en Jarnenei y Raflanyaní, se ha situado hoy entre estos dos juntos, el sector de Rasalat, con influencia en el Basar, por una parte, y el sector representado por el ministro Musavi y Montazeri. Por otra, Jomeini, por su parte, sigue maniobrando por encima de estos sectores con una tendencia favorable a Rafsanyani.

La necesidad de la reconstrucción ha puesto en primer plano la cuestión de las reformas políticas y sociales. Estas reformas suponen una moderacíón en algunas restricciones religiosas que afectan a la vida personal y social del país, frenando los deseos de los más reaccionarios círculos del clero gobernante y favoreciendo los deseos de las personas qué, con una preparación científico-técnica, son hoy imprescindibles para la reconstrucción del país, con el objeto de crearles el adecuado ambiente de vida y trabajo.

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Sin embargo, se ha planteado el problema de cómo hacer la reforma política, con la consiguiente participación de capas más amplias de la burguesía en la toma de decisiones y la limitación del dominio absoluto del clero en la dirección del país.

Esta tarea es muy compleja. En Irán domina un régimen teocrático basado en la concentración del poder en un solo hombre. Este sistema, que el propio Jomeini denominó Valayat-Faguih, no puede responder a la necesidad de desarrollo de una sociedad capitalista y, por tanto, ha generado una profunda crisis económica y social. Ello ha dado lugar a un acelerado aumento del descontento popular, del que las expresiones más recientes han surgido en las industrias petrolíferas, eléctricas, de transporte, en las universidades y en las calles de Teherán, protagonizadas por las madres de los presos políticos.

A todo esto hay que añadir la oscura perspectiva que supone la muerte de Jomeini, lo que amplía en el seno del régimen el temor hacia las fuerzas populares y progresistas.

El problema, aunque nada fácil, se reduce a lo siguiente: la reconstrucción del país está directaniente vinculada con una apertura política para facilitar la participación de la burguesía en la vida político-económica y ganar el apoyo del capital extranjero. Esta reforma, en un país que ha sufrido años de salvaje dictadura, podría provocar la liberación de una fuerza popular de masas más poderosa que la propia capacidad de control del régimen. Por tanto, antes de realizar la apertura, era necesario callar todas las voces peligrosas, y las que estaban en primera fila eran los presos políticos.

Ésta es la razón por la que el ministro del Interior anuncia, al mismo tiempo, el proyecto de la ley reguladora de partidos y desencadena la más salvaje matanza de presos políticos de la historia contemporánea de Irán.

El objetivo, liquidar a todos los que, con su libertad, pudieran convertirse en guías, organizadores o banderas de batalla del pueblo por su libertad, tal y como ocurrió en la revolución de febrero de 1979 contra el régimen M sha y que sirven hoy, paradógicamente, como experiencia no deseable al régimen islámico.

Hoy, Valayati, ministro de Asuntos Exteriores de Irán, visita España. No permaneceremos mudos.

Irán no se quedará quieto. El tormentoso odio del pueblo romperá las barreras del oscurantismo. Se nos mata, pero somos todo un pueblo, con nuestros mártires presentes. Se levantará Irán, herido, desde las profundidades de la catástrofe inférnal, abriendo camino hacia la primavera.

El futuro es nuestro. La golondrina migrante espera su migración. Aguardan nuestras calles, detrás de cada ventana aguarda un combatiente. Detrás de los brillantes ojos de la patria aguarda otra revolución.

Fedayin del Pueblo Iraní (Mayoría) es una organización opositora al régimen del ayatolá Jomeni. El presente artículo es obra de la sección española.

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