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Entrevista:

Luis Solana: "El Gobierno me pone y el Gobierno me quita"

El nuevo director de RTVE sostiene que la imparcialidad es un concepto relativo

Pregunta. Su entrevista con Alfonso Guerra poco antes de ser nombrado por el Consejo de Ministros, ¿es un gesto pragmático para evitar el acoso que le deparó a Pilar Miró su negativa inicial a entenderse con el vicepresidente, además de una muestra del protagonismo de Guerra en la designación del sucesor de Miró?Respuesta. Creo que será difícil encontrar una representación tan clara del mensaje que se da de apoyo como el que haya sido el vicepresidente, y no otro ministro, el que me haya hecho la oferta. A mí me gustaría ser un director de Radiotelevisión que quiere encontrar en todos sus antecesores la parte positiva, y no voy a analizar las partes negativas, porque no me corresponde a mí. Precisamente, lo primero que he hecho ha sido pedir la lista de los directores generales de RTVE en la democracia para dirigirme a ellos y pedirles consejo. Lo que si quiero afirmar es que voy a intentar tener el apoyo del Gobierno, tener el apoyo de todos los partidos y ojalá también el de la opínión pública.

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P. ¿Cuánto tiempo ha meditado la aceptación del nombramiento?

R. ..... Hablaríamos de cien minutos, que para mí se está convirtiendo en una cifra mítica.

P. La rapidez con que ha tomado esa decisión sugiere que usted tenía urgencia en abandonar una compañía cuyo servicio se ha deteriorado ostensiblemente o que se considera tan "hombre de Felipe González" que no desatiende una solicitud suya.

R. Yo presumo de ser un militante socialista enormemente disciplinado y escasamente obediente. A mí se me requiere para una responsabilidad que el Gobierno cree que podría acometerla bien y yo no lo dudo.

Estoy absolutamente convencido de que en 1989, quien esté en mi sitio va a conocer una de las compañías telefónicas más eficaces del entorno europeo. Esta casa sólo necesita en estos momentos tiempo y dinero, y el sucesor mío tiene ambas cosas. La marcha de aquí no la veo como una huida ante un problema. Esto es Irse el día justo previo a triunfar.

Confianza en triunfar

P. ¿Qué pesa tanto como par compensar el riesgo de un puesto que abrasa políticamente a quienes lo ocupan? ¿El compromiso de estar a las duras y a las maduras o el de ayudar al partido a ganar las próximas elecciones?R. Si no se analiza la disciplina que existe en el partido socialista no se puede entender nada de estas cosas. Un militante socialista como yo tiene que saber que si ha logrado un prestigio, mucho o poco, en Telefónica es porque el Gobierno me puso en Telefónica. El Gobierno me pone y el Gobierno me quita. Y me dice: ahora te toca un puesto más complejo, más difícil y peor pagado. Pues si es preciso eso para que mi partido y mi Gobierno resuelvan un problema, yo no tengo más que decir que... voy a ir. Creo que valgo para el puesto, e incluso que puedo intentar romper el maleficio de que en TVE siempre se sale derrotado.

P. Único socialista español en la Trilateral y marido de una lady España, ¿se reconoce usted como integrante de ese colectivo de yuppies y beautiful people al que se reprocha un acomodamiento a los hábitos que los socialistas habían criticado en la oposición?

R. Yo no tengo más que intuiciones de qué significa beautiful people en España. Yo, desde luego, no estoy en ese mundo. Soy un socialdemócrata de toda la vida, lo cual significa que tengo unos determinados conceptos de cómo debe plantearse la ética de un socialista, que pueden o no coincidir con eso que se ha dado en llamar, beautiful people. Pero yo no estoy en ese sector.

A mí me gusta que cuando se está en un puesto de responsabilidad se sea coherente hasta el final. Cuando presidí la primera empresa privada de España, me pareció obligatorio estar en el club de los empresarios, la CEOE. Y como presidente de la primera empresa de España me parecía obligatorio que se oyera en la Trilateral la voz de esa compañía. Por la misma razón, cuando ahora sea director general de RTVE no estaré en la CEOE y probablemente tampoco tenga que estar en la Trilateral. En todo caso, a mí me parece muy importante evitar el mensaje de que un socialista cuando preside una empresa no puede hacer lo mismo que los demás presidentes de empresas en cuanto empresario.

Por lo demás, vivo en la misma casa que antes, ha mejorado mi nivel de vida en estos años y ahora voy a pasar a cobrar la tercera parte de lo que cobraba en Telefónica [unos 20 millones de pesetas brutos al año].

Complementos al sueldo

P. ¿No va usted a solicitar, o no confia en obtener, complementos a ese sueldo de director general?R. No he hablado de esto con nadie todavía. Creo que lo tendré que hablar. No voy a ser tan ingenuo como para que la opinión pública crea que no me va a preocupar mi sueldo, máxime cuando va a ser muy inferior al de ahora. Pero en este momento no sé cómo son las retribuciones, ni si caben complementos.

P. ¿No cree que el nombramiento del director general de la televisión pública debería estar menos supeditado al Gobierno y más bien proceder de la elección en una instancia pluralista como es el Parlamento?

R. Sobre esto he oído todo tipo de teorías. Pero en este momento hay una legislación vigente, sobre la que yo no voy a opinar, y lo que voy a hacer es cumplirla.

P. ¿Considera que no es una rémora para la imparcialidad el depender del mantenimiento de la confianza de un Gobierno?

R. La imparcialidad es un concepto relativo, no objetivo. Para cada partido, la imparcialidad va a ser distinta. Pero cada telespectador va a hacer su propio referéndum diario. Yo voy a realizar el mayor esfuerzo para que desde mi conciencia TVE sea imparcial.

Ganar a la televisión privada

Pregunta. Felipe González ha decidido ganar a la opinión pública en la batalla con los sindicatos, ha anunciado que va a comparecer en el Parlamento y es más que presumible que recurra también a la televisión. ¿Cuál va a ser su actitud ante esta perspectiva?Respuesta. Si el presidente del Gobierno va a abrir debates en el Parlamento, la televisión tendrá que estar allí. Pensar que la decisión de un presidente, de cualquier presidente, no interesa a la televisión sería una estupidez.

El gran drama de televisión no es que sea buena o mala; es que no se puede comparar. Cada programa del presidente del Gobierno, de un empresario o de un sindicalista es analizado sin posibilidades de comparar.

P. ¿Está usted seguro de que funcionará ya la televisión privada en las próximas legislativas?

R. Esa es una pregunta que no me he hecho todavía. Pero sí tengo indicios de que es bastante probable que haya esos canales entonces.

P. ¿Tiene en este momento una idea clara de lo que quiere conseguir en RTVE?

R. No suelo opinar sobre qué voy a hacer en una empresa hasta no estar dentro de ella. De todos modos, quiero seguir preparando a TVE para que sea la gran ganadora frente a los canales privados cuando estén en marcha. Creo que puede ganar en buena lid.

Además, quiero lanzar un mensaje de concordia. Yo no llego a RTVE contra nadie. Con su abstención sobre mi nombramiento, AP ha hecho un gesto que agradezco. El CDS, con su voto en contra, ha tenido un gesto que humanamente no entiendo y empresarialmente tampoco. Me gustaría también que en el debate sobre la actitud del nuevo director de RTVE se lograra separar lo que son problemas inherentes a cómo es RTVE (legislación, sistema de nombramiento, etcétera) y los problemas de gestión.

P. Respecto a lo que ha dicho sobre las televisiones privadas, ¿no resulta desigual una carrera en la que RTVE acelera cuando los competidores ni siquiera se encuentran en la línea de salida?

R. Si yo puedo usar estos metros de ventaja que me da una legislación aprobada por el Parlamento no voy a dejar de utilizarlos. Los competidores tendrán otras ventajas de salida. Por ejemplo, una credibilidad inicial que RTVE, por lo que sea, no tiene de salida. Yo no diré a las empresas privadas que renuncien a contratar con mejor sueldo a profesionales de RTVE. No se le pida al director de RTVE que corra a la pata coja, como no se le pedirá a los directores de los canales privados que compitan con TVE con una mano atada a la espalda.

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