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Un confidente infiltrado en una organización de narcotraficantes, procesado por tráfico de droga

Juan Bautista Roca Esbrí, de 45 años, confidente de la Guardia Civil que, a instancias de ésta, se había infiltrado en una organización de narcotraricantes, ha sido procesado por delitos de contrabando y tráfico de droga y se encuentra en prisión preventiva en la cárcel de Carabanchel. Roca, que fue detenido en el aeropuerto de Barajas el 19 de octubre de 1988, había avisado a la Benemérita de su llegada a Madrid con una importante cantidad de cocaína.

El confidente había advertido a la Guardia Civil que este primer "trabajo" era una prueba a de los narcotraficantes para comprobar si era de fiar, y solicitaba que le permitieran hacer la entrega de la droga en Barcelona como medio para detener a los más importantes miembros de la organización.Roca Esbrí, cuya versión ha sido corroborada ante el juez por el Grupo de Investigación Fiscal y Antidroga de la IV Zona de la Guardia Civil, había sido condenado en dos ocasiones por sendos delitos de robo, y su infiltración en la banda de narcotraficantes no se realizó por motivos altruistas, ya que esperaba obtener 50 millones de pesetas de la operación.

Recompensa

Según la declaración de Roca, una persona a la que no conocía fue a verle y se ofreció a ayudarle económicamente si a cambio él ponía a su servicio en un futuro sus conocimientos en materia de seguridad. Estos conocimientos se referían a la manera de acondicionar un local, con blindajes y alarmas, en el que habría depositados 500 kilos de cocaína. Dada la importancia del asunto, Roca se puso en contacto con un amigo suyo de la Guardia Civil, que a su vez le presentó al capitán del grupo antidroga de Barcelona. El ya sabía que había un sistema de recompensas a criterio de la Guardia Civil, pero el capitán le confirmó que se pagaban unas 50.000 pesetas por kilogramo de droga incautado, lo que a él, habida cuenta de que se trataba de 500 kilos, le supondría una recompensa de unos 50 millones de pesetas.

El confidente avisó a los guardias de que se disponía a ir a Bolivia, ya que el jefe de los narcotraficantes quería conocerle. El capitán le indicó que procurase no traer droga.

Al llegar a Bolivia, los traficantes le mostraron sus instalaciones y la droga que tenían, y él les enseñó sistemas de alarma y el funcionamiento de sensores. No obstante, le exigieron que, como prueba de buena fe, trasladase a España alrededor de un kilo y medio de cocaína.

Roca avisó a Barcelona de la situación en que se encontraba y solicit6 permiso para traer la droga y no despertar sospechas con el fin de desarticular al grupo cuando se dispusiera a distribuir la cocaína en España.

En este punto se produce la única discrepancia entre la declaración de Roca y la versión de la Guardia Civil. El confidente afirma que cuando llamó a Barcelona para explicar que iba a volver con droga los guardias le dijeron: "Adelante, campeón", mientras que el informe de la Guardia Civil señala que cuando se recibió la llamada telefónica de Roca se le advirtió que si regresaba con droga sería detenido.

Efectivamente, el 19 de octubre de 1988, cuando Roca llegaba a Barajas procedente de Bolivia, vía Río de Janeiro, en un avión de la compañía Varig, fue detenido. Sujeta a la cintura llevaba una especie de faja hecha con esparadrapo en la que ocultaba una bolsa que contenía un 1,4 kilogramos de cocaína de una pureza estimada en el 75%.

El confidente informó a los guardias del aeropuerto que tenía que llegar a Barcelona para ponerse en contacto con el grupo antidroga de la Guardia Civil para desarticular a una banda de traficantes que opera a gran escala, saber dónde guardan la droga y desenmascarar a la persona que hace el lavado del dinero. Roca, sin embargo, fue detenido y entregado al juez.

El almacén de la droga

El infiltrado manifestó que no conocía todavía el lugar en el que guardaban los 500 kilos de cocaína, pero que aún estaba dispuesto a colaborar con la Benemérita para localizar el almacén, en el que también se encontrarían unos 800 millones de pesetas procedentes de la droga. Según Roca, los narcotraficantes bolivianos le habían encomendado gestionar la entrada en España de uno de ellos, llamado Roca Suárez, con el que no llegó a hablar personalmente. Además, como medio de control, en el avión de la Varig viajaba también un miembro de la organización al que él no conocía.

Los narcotraficantes le habían indicado que un policía al que él no conocía se pondría en contacto con él en la cafetería del puente aéreo de Barcelona. En el aeropuerto del Prat, la organización debía de pagarle un millón de pesetas por su servicio. Roca, según sus manifestaciones, esperaba tener tiempo para entregar la droga a la Guardia Civil y acudir después a la cita con el policía, vigilado por varios guardias.

Roca ha facilitado también los detalles de la persona que le pidió su colaboración. Se trata de un tal Jorge, de unos 35 años, moreno, de complexión recia, de 1,70 de estatuta, con acento italiano y que frecuentaba los bares próximos a la cárcel Modelo de Barcelona. El titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid, Jesús Fernández Entralgo, ha procesado a Roca por delitos de contrabando y tráfico de droga y ha decretado su prisión preventiva. Además ha fijado una fianza de 30.000 pesetas.

Miedo insuperable

J. Y., El abogado defensor de Roca Esbrí, Carlos García Cabrero, ha presentado recurso contra la decisión judicial de procesarlo. El letrado precisa que la finalidad de Roca era infiltrarse en la red de traficantes para ayudar a la Guardia Civil a su desarticulación. Y añade que cuando el confidente avisó a las autoridades de su regreso no le quedaba más remedio que cumplir con la exigencia de los traficantes, esto es, volver con la droga, pues s a vida corría serio peligro en caso de negarse o ser descubierto.

Además, según el escrito, recibió el apoyo de los agentes, que le dijeron: "Adelante, campeón". Pero en el caso hipotético de que no hubiera sido así, sólo un demente o una persona fuertemente amenazada, con miedo insuperable, hubiera actuado como lo hizo Roca, avisando de su llegada para ser detenido. El confidente ya había prestado otros servicios a la Benemérita, como revelar la forma en que se realizaba el tráfico de droga entre España y Holanda, según contó el propio Roca.

En este caso, al parecer, la organización distribuye la cocaína en ciudades como Barcelona, Cádiz, Huelva, Bilbao y otras, por medio de correos vía Canarias.

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