'Prohibido respirar'
C. F., Un cartel invisible de Prohibido respirar pende sobre varios puntos del centro de Madrid, especialmente agresivos para la mucosa. Inspirar a fondo en lugares como la glorieta de Quevedo o el puente de Vallecas puede ser en estos días el camino más corto hacia la faringitis o cualquier infección de las vías repiratorias.
Pero quienes más sufren al inspirar el aire enrarecido son los enfermos crónicos.
Los departamentos de Neumología de los principales hospitales madrileños, habitualmente saturados por estas fechas, no daban abasto ayer. Enfermos de asma, alérgicos de toda la vida y aquejados de faringitis se daban la mano en los pasillos.
Según el doctor Joaquín Picher, del departamento de Neumología del Ramón y Cajal, "situaciones como la de estos días desestabilizan aún más las enfermedades crónicas pulmonares, ya de por sí bastante frecuentes por estas fechas".
El departamento de Neumología del Ramón y Cajal estaba ayer al 100% de su capacidad, una situación muy similar a la del resto de los hospitales madrileños.
Sopa de humos
Nadie conoce aún la receta de la sopa de humos que cada dos por tres se tragan los madrileños. Se sabe, eso sí, que el dióxido de azufre, las partículas de humos, los óxidos de nitrógeno y los hidrocarburos se alían ocasionalmente con el polvo del Sahara o con las neblinas para formar ese hongo gris que corona la capital.
Cuando la concentración de productos contaminantes coincide con una inversión térmica (calentamiento de capas altas causado por la estabilidad atmosférica), el aire no circula y la nube contaminante se instala como un parásito.
Técnicos del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) estudian desde hace unos meses la vida secreta de la boina contaminante. El trabajo, en colaboración con la Agencia de Medio Ambiente, estará acabado este año y dará pie a nuevas medidas contra la polución.
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