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Tribuna:TURISMO E INVERSIONES PÚBLICAS
Tribuna
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Baleares, sector estratégico

El carácter estratégico que tiene la economía de Baleares para el conjunto de la economía española responde a su acentuada especialización turística. La contribución del PIB de Baleares al del conjunto español se sitúa un poco por encima del 2%. Sin embargo, la generación de divisas por parte de la economía turística balear se aproxima a un 20% de la factura exterior de productos energéticos.La clarificación del carácter estratégico de la economía balear es importante, esencial diríamos, para replantear y reconducir las relaciones entre la Administración central y el Gobierno de la Comunidad Autónoma, precisamente cuando éstas se encuentran en un momento delicado y, en algunos aspectos, crítico.

¿Por qué conviene replantear estas relaciones? ¿Qué cambios se han producido para que objetivamente sea deseable un nuevo clima?

Cualquier respuesta a la pregunta anterior reclama dos reflexiones previas. La primera se refiere a la necesidad de que la Administración central investigue, advierta y asuma que la progresiva degradación turística de Baleares no es una cosa irrelevante nacional: una contracción de algo más del 20% del gasto real por turista y día, como la registrada en Baleares en los últimos 18 años (1970-1988), induce una merma de los ingresos nacionales por ventas de servicios al exterior del orden del 7%.

Por otro lado, convendría que la Administración central tomara en consideración que un incremento de las inversiones públicas turísticas en Baleares tiende a provocar incrementos anuales de los ingresos exteriores casi iguales a los volúmenes de las propias inversiones turísticas. El efecto multiplicador de las inversiones turísticas realizadas en Baleares medidas en términos de los aumentos de los ingresos nacionales por ventas de servicios al exterior es muy elevado.

La Administración del Estado se halla saturada de proyectos regionales de todas las clases y tipos. Así lo dijo el ministro de Administraciones Territoriales, señor Almunia, en su visita del mes de octubre a Palma de Mallorca. No cabe duda, sin embargo, que pocos de estos proyectos son capaces de generar tanta renta nacional y ejercer unos efectos multiplicadores tan relevantes para el conjunto del Estado como los relacionados con las inversiones destinadas a la elevación de la aptitud turística de Baleares.

La segunda reflexión que hay que hacer se refiere al Gobierno balear. Convendría que éste, en sus relaciones con la Administración central, sustituyera el victimismo por el rigor del cálculo económico y la confrontación por la seguridad que da la fuerza que se deriva de un conocimiento diversificado, amplio, riguroso, contrastado, fundamentado, matizado y articulado de la realidad balear.

Dentro de este contexto, el Gobierno balear debería plantearse con urgencia, con convicción y con sentido de anticipación los problemas relativos a la renovación hotelera y a la elevación de la calidad turística de Baleares. En otros términos, debería asumir, con toda la lucidez que conviene al caso, que el modelo de funcionamiento y de crecimiento de turismo balear necesita cambios en profundidad. Cambios que el mercado solo no proporcionará ni en la medida suficiente, ni con la rapidez oportuna. El mercado lo único que garantiza es que los excedentes se reinviertan en las ramas productivas más rentables, caso del turismo. No garantiza, sin embargo, que estas inversiones se continúen localizando en Baleares.

El principal problema que se cierne sobre el sector turístico balear no es tanto el de la obsolescencia de la planta hotelera (con una vida media superior a los 17 años) como el del agotamiento de su actual modelo de crecimiento. Éste sigue siendo básicamente idéntico al de la década de los sesenta: alto crecimiento de la demanda turística de verano -con ocupación plena de la oferta en el vértice de la punta estival- y crecimiento residual, o incluso negativo, de la demanda de invierno.

Las expectativas sobre el crecimiento de la demanda de verano impulsan la ampliación de la oferta. Con crecimientos fuertes y sostenidos de la demanda de verano, la planta hotelera tiende a amplíarse generosamente. La relativa lejanía de oferta alternativa mediterránea -en precios y calidad- parece avalar la bondad del modelo turístico balear. Con todo, el modelo endogeniza su propia inviabilidad a mediocorto plazo. Veamos cómo.

Primero, la superposición y reiteración hasta el aburrimiento de la misma oferta en las zonas turísticas consolidadas comporta la balearización (la congestión urbanística y el deterioro del paisaje en zonas turísticas surgidas en los años cincuenta y sesenta, junto a arenales vírgenes). La balearización, a su vez, provoca el deterioro de la demanda y de la oferta turística por progresivo hundimiento de los precios.

Segundo, la degradación de las zonas consolidadas (balearizadas) provoca un desplazamiento de inversiones hacia zonas turísticas nuevas, en fase de creación o de consolidación. Esto induce, a su vez, una aceleración del proceso de degradación de las zonas balearizadas, por cuanto la redistribución de la demanda actúa como factor de presión a la baja de los precios de estas zonas. Las zonas turísticas en fase de consolidación son más caras que las zonas balearizadas y captan, por tanto, un turismo de mayor calidad que sustraen en parte a las zonas ya consolidadas. De ese modo, las zonas degradadas se ven obligadas a cubrir la pérdida de su clientela menos mala, buscando en los mercados de origen un turismo cada vez de menor capacidad adquisitiva y más marginal.

Tercero, están muy próximos los límites físicos del crecimiento turístico. El agotamiento del territorio en un espacio tan limita do como el de Baleares, se plan tea de modo inmediato y taxativo. ¿Dónde estamos? Pues he mos balearizado, o hemos puesto en proceso de balearización, un 80% de nuestra superficie de costa con acceso a playas arenosas Rebasar este límite resultaría, a todas luces, suicida. Sin un 20% de zonas arenosas abiertas y libres de congestiones urbana cualquier proyecto de rehabilita ción de las zonas degradadas re sultaría difícilmente viable.

Finalmente, la imposibilidad de continuar no sólo indefinidamente, sino incluso más allá de los límites actuales, el proceso de consumo de territorio provoca el agotamiento del actual proceso de crecimiento turístico.

¿Hay alternativa?

El futuro no es de crecimiento cero. Es de crecimiento basado en unas coordenadas nuevas. És tas constan de cuatro niveles de actuación. Nivel 1: protección del medio natural, habilitación de zonas verdes y espacios abiertos en el interior y en el entorno de las zonas urbanizadas turisticas y preservación de las zonas vírgenes. Nivel 2: reforma y rehabilitación de la planta hotelera junto a un crecimiento contenido y selectivo de la construcción de nuevas plazas. Nivel 3: programas de turismo social de ámbito europeo que permitan ir sustituyendo gradualmente el crecimiento turístico de verano por el de invierno. Nivel 4: plan de inversiones públicas locales, autonómicas y estatales.

Los cuatro niveles se interrelacionan, se complementan y se necesitan mutuamente. Comprometen a la iniciativa privada y a la pública. Exigen una acción coordinada de municipios, la Comunidad Autónoma y el Estado. Necesitan planteamientos públicos de inversión y también de animación, impulsión, apoyo, fomento y gestión. De gestión privada y también pública. De gestión encaminada a generar y provocar expectativas favorables a la rehabilitación por parte de los inversionistas privados.

Para dar una idea aproximada del orden de magnitud económico de la rehabilitación turística de Baleares, diremos que ésta debería afectar a 400.000 plazas en un término que podría ser de 15 años. La inversión total necesaria se dividiría en un 85% a cargo del sector privado y un 15% a cargo del sector público.

Según cálculos ajustados, la inversión anual precisa sería de unos 40.000 millones de pesetas. Para un período de 15 años, estaríamos hablando de un importe global equivalente a unos 600.000 millones de pesetas y de más de un billón si se tienen en cuenta los efectos inducidos.

Los entre 90.000 y 100.000 millones de pesetas en inversiones públicas necesarias rebasan las posibilidades de la Administración autónoma y de las administraciones locales. Por ello se ha de hablar de necesidades de inversión pública procedente de la Administración central. Esta inversión debería ser superior en un 50% a la que Baleares recibe en la actualidad y se podría canalizar mediante la creación de zonas de urgente rehabilitación turística (ZURT).

Ni las inversiones privadas son exageradas ni lo son las públicas. Recientemente, el Ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones ha adquirido el compromiso público de destinar a la modernización de los tres aeropuertos de las islas un montante igual a los 25.000 millones de pesetas antes del año 1992.

El futuro económico de Baleares incluye muy a corto plazo la necesidad de asumir un reto urgente, apremiante y amplio de rehabilitación turística. El análisis económico pone de manifiesto que el proceso será rentable.

Hay que situar el futuro de Baleares sobre una vía nueva y posible de prosperidad. De prosperidad turística. Los esfuerzos corresponden a muchos. La iniciativa, al Gobierno balear.

Miquel Alenyar es economista y presidente de Obra Cultural Balear. Ferran Navinés es doctor en Economía, profesor de la universidad balear y directivo de Obra Cultural Balear.

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