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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gandhi en Pekín

NO ES abusivo calificar de "histórica" la visita que hoy inicia Rajiv Gandhi, jefe de Gobierno de la India, a la capital de China. Los dos jefes de Gobierno que van a conversar en los próximos días dirigen a los países más poblados de la Tierra, con un peso decisivo en Asia y considerable en el panorama mundial. Es la primera vez desde hace 34 años que un jefe de Gobierno indio viaja a Pekín. Este hecho pone fin a una larga etapa en la que las relaciones entre ambos Estados, después de la guerra fronteriza de 1962, se han caracterizado por la frialdad, las duras polémicas en torno al trazado de su frontera y líneas divergentes ante las grandes opciones internacionales.La política exterior india, debido a sus enfrentamientos con Pakistán, por un lado, y con China, por otro, se ha caracterizado por una amistad prioritaria, y en ciertos momentos excesiva, con la Unión Soviética. A causa de esa orientación, Nueva Delhi fue el único Gobierno, fuera del bloque soviético, que reconoció el instalado en Camboya por los vietnamitas después de su ocupación militar. Asimismo, Nueva Delhi reaccionó con suma debilidad frente a la invasión soviética de Afganistán. Pero esa orientación "prosoviética" ha resultado cada vez menos rentable ante los pasos dados por Gorbachov para abrir nuevos derroteros a la política de la URSS en Asia: la retirada de Afganistán, la presión sobre Vietnam para que retire sus tropas de Camboya y, sobre todo, la cumbre entre China y la URSS fijada ya para la primera mitad de 1989.

Es cierto que el líder soviético reafirmó, en su reciente visita a Nueva Delhi, que la URSS no sacrificaría su amistad prioritaria con la India, pero insistió a la vez en que esa amistad no debía debilitar los lazos con terceros países, alusión obvia a su voluntad firme de lograr un acercamiento con China. Ante esta redistribución de papeles que se perfila en el escenario asiático, la India necesita abrirse a nuevas perspectivas de política exterior. El triunfo de Benazir Bhutto en Pakistán, aunque no se traduzca de modo inmediato en un cambio de política exterior, permite intuir la mejora de relaciones con Nueva Delhi. En realidad, y por causas de diversa índole, el enfrentamiento estratégico China-Pakistán contra India-URSS, que ha caracterizado durante décadas la situación en esa parte del mundo, está perdiendo su razón de ser.

En el plano interior, Rajiv Gandhi se halla en una situación difícil, con una fuerte oposición que tiende a reagrupar sus fuerzas y con fenómenos negativos, corrupciones y divisiones, en el seno de su partido. Sin embargo, no es seguro que el viaje a Pekín tenga efectos muy positivos para su posición política interna, ya que los sentimientos antichinos son aún fuertes en la sociedad india. Por otra parte, los motivos de disputa entre los dos países son serios, empezando por el de la frontera. Es significativo que de parte india se insista en que el objetivo del viaje es "pavimentar el camino para crear una atmósfera que favorezca la solución de los problemas". Quieren que el resultado se mida, sobre todo, como una apertura hacia el futuro.

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En este marco está el problema de Tíbet. El Dalai-Lama, que reside en la India, sigue ejerciendo una influencia decisiva sobre la población tibetana, y la represión aplicada por Pekín contra. las corrientes nacionalistas daña gravemente su prestigio internacional, ya que desmiente sus afirmaciones de voluntad liberalizadora. China ha dado el primer paso para reducir la crispación en Tíbet: está previsto en enero de 1989, en Ginebra, un primer contacto entre sus delegados y el Dalai-Lama. Pekín aceptaría que éste retomase si renuncia a la demanda de independencia; a cambio, Tíbet obtendría niveles de autonomía más efectivos. En esta etapa del problema tibetano, China está interesada en un eventual papel conciliador de Gandhi.

El viaje del jefe de Gobierno indio debe valorarse, sobre todo, en el marco de la historia y de los vientos de paz que soplan por el mundo. Incluso si no da lugar al anuncio de grandes acuerdos, indica un nuevo dinamismo de la política exterior india acorde con el talante conciliador del actual momento internacional.

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