A cal y canto
La Bolsa de Barcelona superó, a cal y canto, el rigor huelguístico. Durante la sesión de ayer, el salón de contratación quiso ser una torre de marfil. Alguien dio la orden de cerrar los accesos principales y, por la puerta de servicio, los agentes y operadores se filtraron sigilosamente para dirimir a media voz, sin la presencia de la barandilla, las tomas de posición sin las cuales, por lo visto, no podía transcurrir la jornada financiera. El mercado de valores quiso ser ajeno a su entorno social pero no se olvidó, claro, de anticipar el futuro. La espectación por la disminución anunciada del déficit comercial norteamericano se vivió casi con euforia. La variación en el índice acabó por experimentar un pequeño retroceso, pero no puede considerarse significativa.
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