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El cuentahistorias

En el arte de los pupi se conservan por supuesto las viejas y principales normas del oficio, sin las cuales el arte perdería el alma: el respeto por una extraordinaria capacidad de matices en la voz, que completa las limitaciones de los movimientos, y por el ritmo, en un espectáculo en el que es tan importante como en el baile. El titiritero patea el suelo para acompañar los movimientos sincopados de los personajes, y ahí es cuando se levanta la nube de polvo que crea magia y adicción.La voz es importantísima en la especialización de quienes trabajan los pupi y también en el de artes hermanos como es el del Cuntastorie o Cuentahistorias, también de larga tradición y también renaciendo. Se trata de un actor que, en un escenario vacío, con el único disfraz de una sobria espada de madera, cuenta e improvisa una historia, y crea teatro a partir sólo de la voz.

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Títeres con hierro

El Cuntahistorie prescinde del adorno aún más que el teatro pobre, y a diferencia de las modernas escuelas que suplen esta falta con el cuerpo, él lo hace con la voz. No es sólo un narrador, sino una compañía. Existe él, como narrador, y existen los demás, los personajes, a los que da vida alternativamente: así hasta más de veinte. Quiere decirse que puede y debe reproducir las voces que intervienen en la más enrevesada de las intrigas, y conseguir que se identifiquen los personajes sólo por sus voces. Eso es mucho más de lo que puede conseguir un actor de repertorio.

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