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Barbara Farber

Una apuesta por artistas españoles desde Amsterdam

Isabel Ferrer

En 1979 Barbara Farber mostraba carteles de artistas pop americanos en una minúscula galería de Amsterdam. En 1981 presentó obras de Christo, el autor que se hizo famoso envolviendo puentes y estatuas. El éxito fue rotundo, y esta diseñadora de ropa infantil adquirió una sala más grande. Ahora dirige una de las salas más prestigiosas de los Países Bajos, en Keizersgracht, una preciosa calle en la capital holandesa cruzada por un canal. Barbara siempre ha apostado fuerte por los artistas españoles, y estos días presenta piezas de cinco escultoras de nuestro país, entre ellas Susana Solano.

Cuando piensa en sus comierizos, vendiendo carteles por -50 florines, Barbara Farber casi se ruboriza. "Empecé con las ilustraciones para aprender el oficio de galerista y tener un capital. La sala era como una tienda, que aprovechábamos para montar exposiciones de artistas noveles. La fuimos ampliando a base de mucho tesón".AL finales de los años setenta, el arte de vanguardia no parecía tener salida en Holanda. Sus amigos le decían a Barbara que nadie compraría, a precios elevados, las obras de unos desconocidos. Que sólo los museos podrían exhibir artistas así. Sin embargo, el tiempo acabó dándole: la razón a ella, que siguió buscando nombres nuevos en Europa y Estados Unidos. A finales de los ochenta, las exposiciones de su galería son seguidas de cerca por otras salas europeas, "probablemente porque somos muy rápidos, y buena parte de los artistas que hemos expuesto en Amsterdam, se han hecho famosos en poco tiempo". Algo así ocurrió con el pintor Miquel Barceló, que trajo por primera vez a Holanda, y de quien tiene un cuadro en su domicilio. "Una pintura por la que me han ofrecido, en diversas ocasiones, una fortuna".

Aunque trabaja sobre todo con jóvenes artistas norteamericanos, la galerista prefiere no vender estas creaciones a coleccionistas en Estados Unidos. Cree que lo más adecuado para alguien que empieza es aparecer en las mejores galerías europeas y darse así a conocer. Precisamente con obras llegadas de Norteamérica vendrá este año a la feria española de arte Arco, un acontecimiento que le permitirá ver de cerca el desarrollo del arte español. "Los españoles han sabido promover a sus creadores en los últimos años, y hay una generación entre los 40 y los 60, con una obra en plenitud, que resulta muy interesante porque fuera de la Península son novísimos". Y para apoyar sus palabras recuerda que gran exposición en grupo con nombres; españoles está entre sus proyectos irrenunciables.

No sólo la búsqueda de artistas ha acercado a Barbara Farber a España. Dos de sus hijos se trasladaron a nuestro país tras graduarse en Estados Unidos: el mayor, urbanista, dirige el proyecto Puerto Benalmádena; la hija, economista, forma parte del equipo de numismática que prepara los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. El tercero es fisioterapeuta y reside en Nueva York. Y es su marido quien cierra el círculo hispano. Él se dedica a las relaciones públicas en la importación de jerez y cava a Holanda.

Bárbara Farber dice que "a pesar de que ya voy siendo veterana en esto, decirle que no a un artista sigue resultándome muy embarazoso". Quizá por ello su propia colección se ha formado sobre todo con la compra de las obras que no se vendieron tras las exposiciones. Con el tiempo, algunos coleccionistas le han asegurado que ella tiene las mejores creaciones en casa.

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