_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Napalm

Desde el atentado de Hipercor, la lucha de ETA contra el Gobierno huele a napalm. Esta guerra ya no va dirigida contra los aparatos armados del Estado, el Ejército o la policía en todas sus formas, sino contra la población en general para que cunda la cultura del terror y sea la sociedad civil quien exija negociar cuanto antes y lo que sea. No es mal sistema. Es tan antiguo como las guerras sucias, pero los estrategas del Pentágono lo actualizaron y nos horrorizaron a casi todos cuando teorizaron la estrategia de "llegar al borde del abismo" para hacer inevitable la negociación. Kissinger fue el discípulo aventajado que aconsejó desfoliar Vietnam con napalm para ablandar las exigencias negociadoras del Vietcong.No es que trate de hacer un repaso de la historia. Me limito a darme por enterado y a sugerir a los portavoces de ETA que no se tomen la molestia de razonar matanzas como las de Barcelona, Zaragoza o Madrid. Cuando les veo sonriendo tímidamente en las fotografías, tratando de explicarnos que el Gobierno es muy malo, que ha mentido al decirnos que ETA estaba aniquilada, obligando a una respuesta contundente, yo, la verdad, me siento más incómodo que ellos. No sé a dónde mirar. A cualquier sitio donde no vea a esos niños muertos concretos y desarmados que fueron incendiados por error o porque cometieron la torpeza de pasar por donde ETA había dejado una tarjeta de visita al Gobierno. Miro a cualquier sitio menos a esa fotografía donde los enterradores morales expresan su indignación porque el Gobierno obliga a ETA a bombardearnos con napalm, y asumo el plural porque ya nadie sabe quién o quiénes serán el próximo error. No sé por qué han de dar explicaciones. Bastaría con que junto al coche bomba dejaran un pastelito de la misma clase que el que le dieron a Emiliano Revilla para demostrar que se preocupan de las formas. Dicen que después de actos como el de Hipercor, Zaragoza o Madrid, los responsables materiales y estratégicos no pueden conciliar el sueño. No nos los merecemos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_