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Ramón Laruelo,

párroco de Tuñón, en el municipio asturiano de Santo Adriano, sufre el boicoteo de sus feligreses, quienes desde el pasado mes de junio se niegan a asistir a las ceremonias religiosas. El conflicto surgió en el entierro de una anciana de 82 años cuando el cadáver era trasladado a la iglesia parroquial. Mientras los vecinos y familiares consideraban que la comitiva fúnebre debía transcurrir por el mismo camino que siguieron todos los fallecidos del pueblo con anterioridad, el sacerdote propuso bordear la finca y no invadir una propiedad privada. El féretro y sus acompañantes continuaron camino por donde tenían costumbre, y el sacerdote optó por dar un rodeo. Vecinos y familiares se negaron en aquel mismo instante a que el sacerdote oficiase el funeral y desde entonces no han vuelto a pisar la iglesia.

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