Industia del alma
EL PRIMER mandamiento de la Iglesia de la Cienciología, cuyos principales dirigentes fueron detenidos el domingo en Madrid, se expresa escuetamente así: "Hacer dinero". De los cientos de sectas existentes en España, unas 40 son consideradas, de acuerdo con una terminología consagrada, "destructivas". Por tal se entiende a los grupos que, presentándose bajo forma de asociación religiosa o religioso-cultural, exigen de sus miembros una sumisión absoluta al líder, quien actúa con el ánimo de enriquecerse. En su mayoría, los captados para este tipo de sectas son jóvenes psíquicamente inestables, descontentos consigo mismos y con aficiones religiosas o esotéricas. Pero últimamente también las personas ancianas son objeto de atención especial, y hay quien afirma que para intentar conseguir la herencia a su fallecimiento.En Estados Unidos primero, y en todo Occidente más tarde, el auge moderno de las sectas religiosas parece asociado a la crisis de valores que siguió a la rebelión juvenil de los sesenta. En la resaca del movimiento hippy hallaron no pocos oportunistas campo para medrar en la industria del alma, tan rentable si se sabe combinar autoritarismo, tecnología y horizontes místicos. Esa combinación es peculiar de nuestro tiempo, y poco tiene que ver con antecedentes remotos del tipo de los bigardos, fraticcelis, adamitas y otros movimientos de raíz espiritualista, característicos de los siglos postreros de la Edad Media (popularizados recientemente por la primera novela de Umberto Eco). El misticismo vagamente orientalista que siguió a la depresión económica de 1929 -simbolizado en el Larry de El filo de la navaja, la famosa novela de Somerset Maugham- tenía más que ver con las contradicciones de la sociedad moderna, pero carecía del toque mercantil de las sectas surgidas en los años setenta y primeros ochenta. Porque lo específico del actual supermercado del espíritu es su relación con los negocios, sin excluir la prostitución de mujeres y niños u otras formas de delincuencia. El grupo al que pertenecen los detenidos en Madrid, una verdadera multinacional, se distingue de otros afines en hacer explícito lo que suele permanecer oculto: el objetivo es ganar dinero fácil e incluso "hacer que los demás sean productivos para ganar dinero". En definitiva, una forma más del becerro de oro. Los métodos empleados para ello pueden deducirse de la lista de delitos por los que, según el juez encargado del caso, podrían ser procesados: falsificación de documento público, evasión de capitales, fraude fiscal y asociación ¡lícita contra la libertad y seguridad en el trabajo.
En España existen unos 150.000 jóvenes (300.000 según algunas fuentes) adeptos a las diversas sectas, lo que significa que tal vez medio millón de personas o más se ven afectadas por el problema. No es, por tanto, una cuestión menor. El Parlamento constituyó recientemente una comisión especial sobre el asunto, y a comienzos de año el Ministerio de Justicia dirigió una circular a los fiscales instándoles a dedicar una mayor atención al mismo. En ella se hablaba de la proliferación de grupos que, "abusando de la cobertura legal propia del sistema de libertades, captan la voluntad de jóvenes, cuyo derecho básico a la libertad resulta luego violado al impedirles abandonar el seno de la organización". Un informe sobre nuevos movimientos religiosos elaborado por encargo del Parlamento Europeo en 1984 reconocía ya que "encontrar una respuesta en el marco legislativo es una tarea extremadamente delicada, dada la necesidad fundamental de asegurar la democracia con la multiplicidad de ideas y creencias, por extrañas o excéntricas que puedan parecer a la mayoría". El mismo informe desaconsejaba a los Gobiernos la promulgación de una legislación especial, recomendando la aplicación de la existente en materia laboral, fiscal o penal. Asimismo consideraba que sólo en casos extremos debería recurrirse a la ilegalización de las sectas, a fin de evitar una agudización de los reflejos maniqueos estimulados por sus dirigentes, cuyo poder es proporcional a la conciencia de extrañamiento respecto al mundo exterior que consigan imbuir en sus seguidores. En resumen, con las sectas pasa como con las setas: que algunas son venenosas.
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