"Hay demasiados intereses para que alguien se atreva a atajar la delincuencia y la droga", afirman los vecinos
Los vecinos y comerciantes de distrito Centro, en particular los de la zona más degradada de la calle de la Ballesta y aledaños, contemplan con absoluto escepticismo y un punto de indignación la anunciada visita nocturna al barrio del alcalde de la capital, Juan Barranco, y de la delegada del Gobierno en Madrid, Ana Tutor. "En este barrio corre demasiado dinero fácil y hay demasiados intereses como para que la visita de nadie sirva de algo. Si el Ayuntamiento quisiera de verdad hacer algo, podría empezar por cerrar todos los bares, las pensiones y las casas de prostitución y de drogas que hay. Motivos no te iban a faltar. Cualquier inspector de higiene cerraba medio barrio en dos días", afirma la asociación de vecinos del distrito.
La droga y sus compañeros de viaje, la prostitución, la inseguridad y la violencia, se han adueñado del corazón de Madrid desde hace ocho o nueve años. La Ballesta siempre ha sido un barrio donde se ejercía la prostitución, pero se hacía de una forma que podríamos llamar tradicional, explica un comerciante, propietario de una de las tiendas más antiguas -lleva instalado allí más de 30 años- de la zona. Las chicas estaban dentro de los clubes, y ni ellas ni sus clientes molestaban. En aquel entonces muchos de los negocios estaban controlados por un personaje, muy conocido, un tal señor Amador, que era el primer interesado en que no hubiera escándalos.Desde que la droga hizo su aparición la situación cambió por completo. Hoy, la mayoría de las prostitutas son muchachas jóvenes enganchadas a la heroína, muy peligrosas, ellas y sus chulos, pero que al mismo tiempo te dan bastante pena, porque las. ves que están hechas polvo. El. barrio se ha llenado de pensiones ilegales, atestadas de extranjeros sin permiso de trabajo, que sólo pueden subsistir gracias a los robos o la venta de drogas. Son, sobre todo, personas de raza negra, de diversas nacionalidades, y suramericanos.
"Es imposible acabar con ellos. Si la policía echa a uno, vienen dos. Yo ya procuro pasar inadvertido y no mirar las cosas que veo, no sea que encima vaya a tener problemas", comentaba, desmoralizado,el inquilino de un piso de la calle del Desengaño. Ninguna de las personas que han hecho declaraciones han querido que sus nombres figuraran.
"No merece la pena contar lo que ocurre a diario, porque todo el mundo lo sabe. Los periódicos lo han contado mil veces, y nosotros estamos hartos de contárselo a las autoridades". No sólo lo han contado de palabra o por escrito. Miembros de la Asociación de Vecinos de Centro han filmado cerca de 30 vídeos, agazapados en ventanas de los pisos altos y en terrazas, en los que los protagonistas son drogadictos vendiendo, comprando o inyectándose heroína, mujeres atrayendo'a los clientes, broncas callejeras, actitudes agresivas. "Henios hecho una selección de las mejores escenas y se las hemos enseñado a algunos políticos. Se quedan estupefactos, dicen que esto no puede ser, que hay que poner remedio..., y se van".
Algunaspequeñas victorias sí han conseguido los vecinos. Por ejemplo, a base de coger los coches robados y abandonados, y atravesarlos en las calles estrechas, han conseguido que la grúa municipal los retire, con lo que han eliminado un refugio utilizado para pincharse o para dormir. Consiguieron también que el Ayuntamiento pusiera una pareja de municipales de guardia
las horas de salida del colegio de las Reverendas Madres Mercedarias, para evitar que los niños vieran a diario el espectáculo del trapicheo de drogas y el ejercicio dé la prostitución.
Escasas medidas
Poco más. En estos años se han logrado cerrar algunas pensiones y edificios cuya mala fama era ya intolerable, pero se han abierto otros idénticos. La única fuente pública que había en el barrio se clausuró, pero eso no desanimó a los toxicómanos, que ahora,limpian sus jeringuillas en las bocas de riego. Los comerciantes cuyas viejas tiendas tienen fachadas con paneles de madera ya no se molestan en reparar los agujeros hechos por los camellos para ocultar la droga que llevan encíma si ven movimientos sospechosos.
"Aquí tiene que haber intereses muy fuertes para que nadie sea capaz de arreglar esto", opínaba otro de los directivos de la asociación. "Es incomprensible que no se tomen algunas medidas que no sólo son relativamente fáciles de tomar, sino que además el Ayuntamiento tiene que hacerlo por ley. En la calle de la Puebla, por poner un ejemplo, hay una pensión sin licencia que no es realmente una pensión, sino una casa de prostitución. Hay muchas otras que, al margen que tengan o no licencia, no cumplen ninguna de las mínimas condiciones de higiene que debe reunir un establecimiento público. Cualquier inspección un poco seria dejaba medio barrio cerrado en dos días, y si se consiguiera cerrar estas guaridas, el problema de la inseguridad se resolvería en gran parte".
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