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España está en Europa

Desde Lugo, Martín Balboa Fernández escribe al director de EL PAÍS y plantea: "Qué diríamos los gallegos si hubiésemos de leer que una autopista entre Madrid y La Coruña facilitaría las comunicaciones de Galicia con España? ¿Nos obligarían a preguntarnos si Galicia no es España?". El lector formula estas interrogantes después de leer el pie de una fotografía del suplemento Negocios ( 10 de octubre) que reza así: "El cambio de vías enlazará por tren España y Europa". "¿Es que España no es Europa?", protesta Balboa.Esto de referirse a España como si no formara parte de Europa es un fallo que "se comete con mucha frecuencia en el periódico y en otros medios de comunicación", señala el subdirector Eduardo San Martín. Cuando lo cometemos, ¿estaremos perpetuando -sin proponérnoslo- la idea aquella de que "África empieza en los Pirineos"? Esta frase, cargada de indudable intención peyorativa -por cierto, atribuida a Alejandro Dumas, aunque casi con toda seguridad es de otro francés, el abate, diplomático y publicista Domingo Dufour de Pradt (1576-1837), quien anduvo de negociaciones por España en tiempos de Carlos IV-, pareciera que se nos ha grabado en el subconsciente, y algunos vemos en los Pirineos no un macizo montañoso como el de los Alpes (de los Alpes participan seis naciones europeas), sino como los Urales, una frontera entre dos continentes. El hecho real de que en siglos pasados España volviera la espalda al resto de Europa y se aislara de ella no ha borrado la historia ni nos ha trasladado al sur del estrecho de Gibraltar. España, pese a su prolongado distanciamiento del espíritu de Europa, jamás dejó de ser y sentirse europea.

El cambio del ancho de las vías -el actual es precisamente una de las consecuencias de aquel voluntario aislamiento facilitará sin duda nuestras comunicaciones por ferrocarril, pero no con Europa, sino con el resto de Europa. Esto es lo que habría que haber escrito bajo aquella foto. En vísperas de que España presida el Consejo de Ministros de la Comunidad Europea no deja de resultar paradójico ese pie de fotografía del que se lamenta el lector.Rolls históricos

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El 18 de octubre, en la información sobre la visita de la reina Isabel II de Inglaterra, se decía que "los madrileños tuvieron ocasión una vez más de saborear el espectáculo de los Rolls históricos -uno de ellos regalo de Hifier a Franco- atravesando en medio de un gran cortejo de sirenas las calles de la ciudad". El lector Julián Vallejo Sánchez no está de acuerdo: "Hitler no regaló un Rolls a Franco", escribe. "¡Cómo lo iba a hacer, si es una marca inglesa"!, exclama. Los Rolls, como dice Vallejo, fueron adquiridos varios años después.

Hace más de una década, en El País Semanal (17 de julio de 1977) se publicó un artículo firmado por José Miguel Torallas acerca de los coches Rolls con motivo de una exposición de esta marca en el hipódromo de Ascot. Torallas, al mencionar los modelos especiales de Rolls, escribía que del Phantom IV sólo se fabricaron 18 unidades para jefes de Estado y reyes. "Con uno de ellos se quedó la reina de Inglaterra; con otro, un emir, y Franco, con tres, para epatar al personal", explicaba. Y añadía que se trataba del modelo Phantom IV 1956 limousine Park Ward, ocho cilindros y 5.675 centímetros cúbicos. Torallas, que es un experto en la materia, nos amplía aquella información: de los tres Rolls adquiridos por el Estado en 1956, uno era descubierto y dos cubiertos.

El lector Julián Vallejo aclara al final de su carta: "Lo que Hitler regaló a Franco fue un Mercedes Benz de tres ejes". Y añade: "Por cierto, ¿dónde está?". Efectivamente, al final de la guerra civil española, cuenta Torallas, Hitler envió a Franco un Mercedes de tres ejes, tipo General de Campaña, de 12 cilindros en línea y tracción a las seis ruedas. Pertenece, como los Rolls, al Patrimonio Nacional y se conserva en perfecto estado.Un remitido sin firmaEl 4 de noviembre, EL PAÍS publicó bajo el epígrafe "Publicidad- un extenso comunicado -toda una página- titulado Fechas y números sobre la guerra iraco-íraní. Desde Plasencia (Cáceres), Isaac Ibáñez García, asiduo comunicante del ombudsman, señala que pese a que dicho comunicado está plagado de expresiones como "mientras en nuestro país" ( ... ), "nuestro ministro de Asuntos Exteriores" ( ... ), "lo que ha obligado a nuestro Gobierno" ( ... ), no aparece por ningún lado el autor del texto ni firma alguna que lo suscriba.

El comunicado se publicó ateniéndose a todas las características tipográficas que exige el diario para este tipo de publicidad y que permiten distinguir muy claramente que se trata de un escrito cuya publicación se inserta en el periódico mediante pago. Sin embargo faltó, en efecto, la firma, dato de considerable importancia por tratarse de un escrito de carácter político.El fallo se produjo primero en el departamento de publicidad, que no marcó en el original el tipo de composición que debía llevar la firma (el texto venía mecanografiado, y la firma manuscrita en tinta azul); luego, en los departamentos de teclados y corrección, que no advirtieron la falta, y finalmente en la sala de la redacción, donde se dio por válida una página en la que no se consignaba quién la había escrito. Aunque el autor fuera deducible por el contenido de¡ anuncio, debió publicarse.

El original del remitido iba firmado por "La Oficina de Prensa de la Embajada del Irak". La culpa de que esto no se publicara corresponde por entero a EL PAIS.'Continuismo', noContinuismo es un neologismo cuyo uso se ha extendido masivamente. En las informaciones, titulares e incluso en un editorial de EL PAÍS (9 de noviembre) sobre las elecciones estadounidenses se escribe acerca de la política de continuismo y continuista que va a seguir el presidente electo, George Bush.

Un lector anónimo señala que, por lo pronto, continuismo y sus derivados no aparecen en ningún diccionario de español. Lo que se ha pretendido decir con ese vocablo es que Bush seguirá una política de continuidad o continuadora. Que no es lo mismo. Continuismo significaría, en todo caso, tendencia a continuar, y continuista, partidario de la continuidad.

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