Dos rabinos tienen la clave del Gobierno israelí
Dos rabinos, un askenazi y un sefardí, tienen en su mano la clave del futuro Gobierno israelí, que, tras las elecciones del pasado martes, parecía que sería formado por el actual primer ministro y líder del derechista Likud, Isaac Shamir.
Cuando nadie ponía en duda la alianza de Shamir con los partidos religios, un venerable y frágil anciano de 92 años conocido como el rabino Shach -quien ha decidido inclinarse por un acuerdo con los laboristas- puede dar al traste con todas las previsiones. El otro peso que hará a la balanza parlamentaria inclinarse definitivamente hacia un lado u otro, es el antiguo gran rabino de Israel, Ovadia Yosef, que aún no se ha pronunciado políticamente.De golpe, las posibilidades de Shamir de formar el próximo Gobierno ha bajado dos puntos, los mismos que han subido las de su contrincante y líder Iaborista, Simón Peres.
El rabino Shach, sefardí (judíos de origen mediterráneo), es el guía espiritual del partido Shas, que ha obtenido seis diputados, y también del Degel Hatorah, con dos diputades, en un Parlamento que tiene 120 escaños. Los dos grandes partidos sólo han obtenido 40 escaños el Likud y 39 el Laborista.
Shach ha dicho preferir a Peres porque teme que un gobierno conservador-religioso lleve a una nueva guerra árabe-israelí. Shach también considera al rabino Lubavitch, líder del Agotidath Israel, con cinco diputados, como un "charlatán" y un "falso mesías peligroso". De ahí que no quiera alinearse con él.
El rabino Lubavitch, líder carismático de una de las más grandes sectas hasídicas (ferreas defensoras de la ley mosaica), es un dirigente convencido que publica regularmente en la Prensa israelí, cartas pastorales en la que fulmina a aquellos que no tienen confianza en la sabiduría y en el poder de Dios y en las que prohibe la más mínima concesión territorial.
Viejo antagonismo
El antagonismo entre estos dos líderes religiosos ultraortodoxos viene de lejos y se ha acrecentado últimamente.
Los dirigentes políticos de Degel Hatorah aceptan sin parpadear las opiniones del rabino Shach. Sin embargo, el partido Shas está guiado espiritualmente por Shach y por el rabino Ovadina Yosef, un askenazi (judío originario del Este de Europa), que aún no ha expresado su voluntad hacia una eventual alianza política con Shamir o con Peres.
Al silencio del antiguo gran rabino de Israel se une la indecisión del líder político de Shas, el rabino Isaac Peretz, que se mueve discretamente entre el Likud y los laboristas sin haber hecho su elección aún.
Por otra parte, muchos de los electores de Shas son judíos de origen marroquí. Éstos, nacionalistas y atados a la tradición religiosa, en su mayoría han desertado del Likud. por Shas pero sin cambiar las opciones políticas que brindaba ese partido. Son fundamentalmente antiárabes y antilaboristas. De ahí que tomaran muy mal el cambio de Shamir por Peres.
Sin los ocho diputados ultraortodoxos de estos dos partidos, Shamir no tiene la mayoría parlamentaria y comienza el juego de Peres, que ya cuenta con, al menos, dos de ellos.
La influencia que los dos rabinos Shach y Yosef se revela ahora más importante que nunca. Si Shas decidiera abstenerse y no formar alianza política ni con conservadores ni con laboristas se presentan dos soluciones: nuevas elecciones, o bien otro gobierno de Unión Nacional, Likud-Laborista, como el que ha gobernado Israel en los últimos cuatro años.
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