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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambios en Argelia

NO SE puede exagerar la importancia del referéndum celebrado el jueves pasado en Argelia. En un país sin pluralismo político ni Prensa libre, los resultados de tales consultas son escasamente significativos. Sin embargo, hubo novedades en la organización del referéndum: el Frente de Liberación Nacional (FLN), el partido único, encargado, en principio, de asegurar la mediación entre el poder y el pueblo, quedó marginado. No celebraron mítines electorales, como en otras ocasiones. El control del referéndum no ha estado directamente en sus manos, sino en las del Ministerio del Interior y de las autoridades locales.Para los partidarios de una verdadera democracia no quedaba otra opción que la de votar sí, no porque la reforma sometida al voto signifique un cambio radical pero sí porque implica un primer paso descentralizador, al crear, entre otros aspectos, la figura de un jefe de Gobierno responsable ante la Asamblea Nacional. Además, un importante hecho previo ha dado al referéndum un significado más amplio que el de la pregunta concreta sometida al elector: la destitución de Mohamed Cherif Messadía, el jefe efectivo del FLN, y del general Lakehal, jefe de la seguridad militar, considerados como los principales responsables de las matanzas que causaron cientos de muertos a comienzos de octubre. Gracias sobre todo a esa medida, el presidente Chadli ha recuperado, ante gran parte de la opinión, su papel de líder, decidido a sacar las consecuencias de esa tragedia y a promover un cambio en sentido liberalizador y democrático.

No es indiferente la personalidad del destituido Messadía para comprender lo que sucede en Argel. Hizo su carrera en el aparato del FLN y ha encarnado los vicios clásicos de un partido único que, apoyado en la enorme burocracia, somete a su control a todas las esferas de la vida social. Para muchos, Messadía ha sido el responsable más directo de una situación calamitosa, caracterizada por la miseria, la corrupción y las persecuciones. Chadli ha dado el paso de purgarlo, pese a las dificultades objetivas de esta operación, apoyado sobre todo en un sector de militares hartos de las injerencias crecientes del FLN. Es exagerado escribir -como ha hecho el periódico Algérie Actualité- "El partido único ha muerto"; pero que en un sistema de Prensa controlada se publique un titular así es muy sintomático. Argelia ha entrado en una nueva etapa, cuyos rasgos están aún poco perfilados.

Durante un período transitorio, el proceso de cambio que se empieza a exigir desde diferentes sectores de la sociedad argelina podría hacerse dentro de moldes del pasado. Pero es evidente que, de una u otra forma, la exigencia de un pluralismo efectivo se hará irreversible. De los que controlan hoy el poder, Chadli y los militares, dependerá que no se repitan situaciones traumáticas.

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En el Magreb se abre paso, a pesar de las serias contradicciones que persisten, la tendencia al pluralismo político. Ayer triunfó en Túnez y hoy presiona en Argelia. Hay en los sucesos de este último país una dimensión internacional que no cabe subestimar. El FLN de Messadía priorizaba la ayuda a movimientos extremistas y apoyabala corriente del Polisario, menos propicia a negociar en serio con Marruecos. El nuevo jefe del FLN, Mehri, ex embajador en París y Rabat, partidario acérrimo de la unidad del Magreb, tiene en política exterior concepciones más prooccidentales. Para España, todo lo que sucede en Argelia es importante, y los cambios que hoy se perfilan son esperanzadores.

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