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La URSS congela la retirada de tropas de Afganistán por los ataques de la guerrilla

Pilar Bonet

La URSS ha interrumpido la retirada de sus tropas de Afganistán a causa de la creciente actividad de la oposición armada al régimen de Kabul, según anunció ayer en Moscú el viceministro de Exteriores soviético, Aleksandr Bessmertnij. La salida de las tropas soviéticas de Afganistán, que comenzó el 15 de mayo pasado tras los acuerdos firmados por EE UU, la URSS, Pakistán y Afganistán en Ginebra, ha sido "interrumpida" debido a la "prolongada actividad terrorista" por parte de los guerrilleros musulmanes armados por EE UU y Pakistán, según dijo el alto diplomático, que dio lectura a una declaración oficial de su país.

"La URSS tiene intención de respetar los compromisos contraídos en el marco de los acuerdos de Ginebra", subrayó el funcionario. Pero precisé que tales acuerdos, firmados el 15 de abril pasado, podrán cumplirse sólo si "todos los países" respetan sus cláusulas.Bessmertnij admitió que la URSS ha incrementado los suministros bélicos a Aiganistán y ha reemplazado algunas de sus unidades por otras en posesión de "técnica armamentística más moderna", sin incrementar el contingente humano.

El mártes pasado, Moscú reconoció haber enviado cohetes de largo alcance al Ejército afgano con el fin de permitirle responder a los ataques de la guerrilla sobre Kabul y otras ciudades. Una información difundada por la agencia Tass calificaba a los cohetes como dotados de "gran poder destructivo".

Tanto la URS S como Afganistán sostienen que los nuevos suministros de armas son independientes de los acuerdos de Ginebra y se realizan en el marco de los acuerdos militares entre ambos países. Los misiles soviéticos enviados a Afganistán no tienen, según Bessmertnij, el fin de atacar a Pakistán, ya que su radio de acción es inferior a los 300 kilómetros y tampoco tienen nada que ver con el acuerdo soviético-norteamericano sobre cohetes de medio y corto alcance.

El pasado lunes, Washington acusó a Moscú de haber realizado ataques sobre la región de Kandahar (al sur de Afganistán), utilizando para ello bombarderos Backfire basados en territorio soviético. Los apoyos logísticos soviéticos al régimen de Kabul son un intento de última hora para mantener en el poder al régimen de Najibulá, que comienza a dudar públicamente de su capacidad para controlar la situación a la salida de las tropas soviéticas.

Desde que Moscú comenzó a evacuar sus hombres, la guerrilla ha realizado un total de 550 ataques contra objetivos soviéticos. Estas operaciones incluyen 440 agresiones a puestos militares y el lanzamiento de 88 misiles. El balance de víctimas en Kabul desde el 15 de mayo fue de más de 750 muertos y unos 600 locales destruidos (550 casas y 50 edificios administrativos). En otras poblaciones han muerto 230 personas y han resultado heridas otras 580 tan sólo durante el mes de octubre de ese año.

Silencio sobre bajas

Bessmertnij se negó a revelar el número de bajas soviéticas desde el 15 de mayo, pero mencionó el fallecimiento, de tres soviéticos en el aeropuerto de Kabul, que ha sufrido 26 ataques desde que entraron, en vigor los acuerdos de Ginebra. Tales ataques destruyeron aviones y helicópteros pertenecientes a la URSS, dijo el diplomático.La URSS, que envió tropas a Afganistán en diciembre de 1979, mantenía un contingente de 105.0000 hombres cuando empezó la evacuación, dividida en dos fases. La primera fase duró tres meses y concluyó el 15 de agosto con la retirada de la mitad de los contingentes. Para mediados de noviembre estaba previsto el inicio de la segunda fase, que debe concluir el 15 de febrero próximo. Esta fecha, que no ha sido cuestionada explícitamente, adquiere cierta ambigüedad, aunque observadores políticos creen que Moscú tiene intención de respetarla, al margen del incremento de la oposición armada.

[Estados Unidos reaccionó ayer con disgusto a la noticia, que, según el portavoz de la Casa Blanca, "puede conducir a aumentar la tensión en la región", informa Reuter.]

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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