Barra libre en Ólvega
El pueblo de Emiliano Revilla obsequió al empresario con un recibimiento multitudinario
Ólvega se vistió ayer con el traje de los domingos para recibir a Emiliano Revilla, que viajó a su pueblo por primera vez desde que fue liberado. Durante todo el día, los bares del pueblo invitaron a los parroquianos a cuenta del empresario. Muchos se sorprendieron de su buen aspecto después de ocho meses de secuestro. Otros le decían: "Te dábamos por muerto". El empresario tuvo dificultades para acceder al domicilio familiar, a causa de una multitud de unas 1.500 personas. "Olé, guapa, viva la madre que me parió", fueron las palabras que Revilla dedicó a su madre, Gregoria Sanz, de 84 años que ha seguido a su hijo desde la televisión de su salita.
Varias mujeres trataron de comerse a besos a Emiliano Revilla. Al entrar en casa de su madre, cinco religiosas siervas de Jesús, "que se han cansando de rezar y de sacrificarse" se abalanzaron sobre el empresario.Bandas de trovadores, tunos, guardias civiles y trabajadores de Ólvega, localidad en la que prácticamente no existe el paro, aplaudieron a Revilla a la puerta de su casa, que está situada frente a la empresa que creó y que posteriormente vendió a la multinacional holandesa Unilever. Desde las ventanas de la fábrica, con un fondo de chorizos, varios trabajadores se asomaron para aplaudirle con sus guantes higiénicos. La emoción y el calor de la acogida sorprendieron al empresario, que en sus declaraciones manifestó que se sentía orgulloso de su madre porque ninguno de los dos había llorado.
Ángela, la mujer que cuida a la madre del empresario desde hace cinco años, corroboró estas palabras y posteriormente, comentó: "No nos explicamos el buen color de cara, ni siquiera cuando estaba en el pueblo estaba tan sonrosadito". Gregoria Sanz, que no había oído hablar de ETA antes del secuestro de su primogénito, se declaró satisfecha del final, "porque no le han dado mucho tormento".
El pueblo se paralizó por la tarde; afortunadamente Emilio Revilla hizo caso de las exigen cias de sus paisanos y retrasé su viaje hasta las cuatro y media de la tarde.
Vacaciones escolares
A esa hora, en Ólvega, población de 3.200 habitantes, de los que unos 700 trabajan en la fábrica Revilla, no hubo escuela por la tarde, para que los nifíos integrados en una peña que se llama Chiquilandia pudieran ir a darle la bienvenida.
La Guardia Civil duplicó sus efectivos y a su aparato de seguridad se unieron los guardaespaldas privados que Emiliano Revilla contrató en la madrugada de su liberación. Revilla salió por tercera vez a un balcón para saludar a la gente, desde la Casa Consistorial. La primera vez fue el día de su liberación, desde su domicilio en Madrid, y lo había repetido minutos después de saludar a su madre.
La banda del pueblo, la Guar da Civil y su seguridad personal acompañaron, al empresario durante su paseo por las calles de Ólvega, mientras sus paisanos le aplaudían.
No sólo las siervas de Jesús pidieron a San Saturio, patrón de Soria, que liberara a Emiliano, también el empresario agradeció estar en libertad a la Virgen de Olmacedo durante su visita al pueblo.
Los olveguenses llevaban unas fotocopias prendidas con un alfiler, en las que se leía: "Nosotros que amamos la libertad queremos compartirla contigo. Bienvenido a tu pueblo, bienvenido a la libertad". El alcalde socialista, José Manuel Tello, que según sus votantes nunca se llevó bien con el empresario, le abrazaba y entregaba una placa y una medalla en agradecimiento por sus desvelos por este pueblo, del que Revilla también fue alcalde.
Posteriormente, al ser preguntado por las circunstancias de su secuestro, Revilla afirmó: "He puesto una compuerta a mi mente y ya no recuerdo nada. Ésta es mi manera habitual de resolver todos los problemas con los que me he cruado en mi vida. Todos ellos están situados en departamentos estancos, que aparto en cuanto pasan". Revilla atribuye este rasgo de su carácter a la austeridad de sus principios y a la dureza de su trabajo y "del clima soriano".
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