Demos una oportunidad a los jovenes
La actual situación demográfica y el alto nivel de paro existente en la economía española hacen muy difícil la entrada en el mercado de trabajo a los jóvenes que no tienen experiencia laboral. el plan de empleo juvenil aprobado por el gobierno trata, según el autor, de abrir algunas . puertas hasta ahora cerradas.
España tiene actualmente más jóvenes que en ninguna época anterior de su historia, y probablemente en el futuro tampoco se volverá a dar una situación de plenitud demográfica juvenil como ésta. Las promociones (quintas, cohortes o como se las quiera llamar) comprendidas entre los 16 y los 25 años tienen casi 6,6 millones de personas, mientras que las comprendidas entre los 26 y los 35 años apenas suman 4,8 millones de efectivos. Eso da un excedente o superávit demográfico de casi dos millones de personas, esto es, casi 200.000 personas por promoción.Esta acumulación de personas en las edades de entrada -en las que cada promoción es de 700.000 personas, frente a las promociones de 500.000 antes del boom demográfico- provoca grandes dificultades a la hora de encontrar el primer trabajo, a pesar del fuerte crecimiento del empleo que se viene produciendo desde 1985.
La situación no se aliviará mucho en los próximos años, porque las promociones que entrarán en edad laboral en el inmediato futuro, que tienen actualmente entre 11 y 15 años, son todavía muy numerosas (650.000 personas de media en cada promoción). Habrá que esperar a que empiecen a entrar los niños que ahora tienen menos de 10 años para volver a promociones de 500.000 personas.
Si a la masificación debida a la burbuja demográfica le añadimos el problema de las personas experimentadas que han perdido su empleo durante la etapa de crisis anterior a 1985 y que todavía no han podido abandonar el desempleo, la resultante es un período de excepcionales dificultades para que los jóvenes sin experiencia laboral accedan al primer empleo.
Porque ya no basta con la respuesta que hasta ahora han venido dando los propios jóvenes, consistente en el alargamiento del período escolar, que ha elevado en 20 puntos la tasa de escolarización de los menores de 20 años en el último decenio, por mucho que se adapten las enseñanzas técnico-profesionales a los requerimientos del mercado de trabajo, como se está haciendo.
Tampoco basta con las medidas de política de empleo e inserción profesional hasta ahora vigentes, aunque el número de contratos de fomento de empleo juvenil sobrepase este año los 600.000. Esas medidas, unidas a un crecimiento económico notable, no permiten crear anualmente más de 350.000 empleos, lo que resulta insuficiente para reducir el paro existente e integrar a los jóvenes que entran por primera vez en el mercado de trabajo.
Para hacer frente a esta situación de emergencia es preciso adoptar medidas excepcionales que permitan adquirir experiencia laboral a los 800.000 jóvenes que buscan su primer empleo, ya que es la carencia de experiencia previa la que coloca a los jóvenes en situación de desventaja manifiesta respecto a los otros demandantes de empleo.
Formación profesional
El objetivo de las medidas de choque que el Gobierno se propone poner en marcha es precisamente facilitar esa primera experiencia laboral, para ofrecer la oportunidad a los jóvenes de ejercitarse en el trabajo y de dar a conocer su valía y sus aptitudes prácticas en el seno de la empresa. Paralelamente, el Gobierno reforzará la formación profesional práctica e incentivará la integración estable de los jóvenes en la empresa, pero la inserción profesional es en esta etapa la principal prioridad, y para lograrla deben movilizarse todas las energías disponibles.La única posibilidad de favorecer esta primera experiencia laboral de los jóvenes, sin perjudicar las oportunidades de empleo de los demás, consiste en repartir entre un número mayor de personas el trabajo demandado por las empresas.
Una manera de hacerlo es facilitar, mediante una nueva norma y mediante los correspondientes incentivos económicos, que si una empresa necesita ampliar su producción en una tercera parte y tiene actualmente tres puestos de trabajo de igual contenido, en lugar de crear un cuarto puesto de trabajo similar, contrate a tres ayudantes que, al tiempo que realizan su aprendizaje, colaboren con los veteranos, de modo que la producción de cada uno de ellos aumente en una tercera parte.
En estas condiciones de reparto de trabajo, el rendimiento de cada uno de los tres jóvenes de nueva contratación será aproximadamente la tercera parte del de un trabajador experto en un puesto de trabajo pleno. Como es lógico, la empresa no elegirá esta alternativa a menos que el coste laboral de cada joven sea también aproximadamente la tercera parte del de un trabajador ordinario. Ello implica una retribución equivalente al salario mínimo, la exoneración de las cuotas empresariales a la Seguridad Social y alguna forma de compensación económica que permita que el coste anual para la empresa fijado por la norma no sobrepase el medio millón de pesetas, ya que el coste medio en tablas de convenio de los oficiales es de 1,5 millones de pesetas anuales y éstos son los puestos de trabajo más susceptibles de ser objeto de desdoblamiento para facilitar la inserción laboral de los jóvenes.
Nuevos empleos
La nueva regulación debe establecer garantías suficientes de que estos contratos sean utilizados para crear nuevos empleos, permitiendo su uso exclusivamente a empresas que estén aumentando sus plantillas y desdoblando puestos de trabajo.Ésta es la única manera de encauzar con probabilidades de éxito el reto de dar una primera oportunidad laboral a los 800.000 jóvenes que todavía no la han tenido y facilitarles con ello su futuro empleo. Y es además una forma de hacerlo en la que la solidaridad que se solicita del resto de la sociedad no es excesiva, ya que consiste exclusivamente en la renuncia por parte de otros colectivos a ocupar una tercera parte de los nuevos empleos que pueden crearse en los próximos tres años.
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