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Las fugas del Banco de España

El fin de una etapa, la promoción política y mejores sueldos son las causas de las bajas producidas

SALVADOR ARANCIBIA, El Banco de España conoce en los últimos meses la salida de altos cargos y profesionales cualificados, que pone de manifiesto, según distintas fuentes consultadas una cierta crisis de futuro del banco. Algunos de los que han abandonado el banco han mantenido su vinculación con la Administración, y otros se han dirigido hacia el sector privado. Raimundo Ortega, director general del banco, ha anunciado en repetidas ocasiones a los responsables de Economía y Hacienda su intención de no pasar las Navidades en el mismo puesto. Será el último, por ahora, que deje el edificio de Cibeles.

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El fin de una etapa

Las profundas transformaciones que ha tenido el sistema financiero español en la última década a partir del momento en que Mariano Rubio es nombrado subgobernador del Banco de España -aparición de la crisis de bancos y cajas rurales; liberalización y desregulación y creación de un mercado real de deuda pública-, parecen haber culminado en los últimos meses con el pro ceso de fusiones bancarias, la ley de disciplina y la de reforma del mercado de valores. Ello puede ser, junto con la reelección de Mariano Rubio como gobernador y el nombramiento de Luis Ángel Rojo como subgobernador -lo que significa una nueva eta pa- la causa básica de la salida de personas que han jugado un papel muy importante en todo el proceso de reforma.Desde 1982, cuando se produ jo el triunfo electoral del partido socialista y algunos técnicos del Banco de España abandonaron la entidad para asumir responsa bilidades políticas, han tenido lugar algunas otras salidas concen tradas que muestran cómo se han ido deteriorando las condiciones generales de trabajo.

Primeros abandonos

Los primeros que dejaron el Banco de España fueron Luis García de Blas -ex secrertario general de la Seguridad Social, ex presidente del Banco de Crédito Agrícola y en la actualidad presidente de la empresa pública Aldeasa-; Andrés García de la Riva -que ocupó un alto cargo en el Ministerio de Administra ción Territorial y que ahora es presidente del Banco de Crédito Local-, y Julio Rodríguez, que actualmente ocupa la presiden cia del Banco Hipotecario y antes fue consejero de Economía de la Junta de Andalucía. Todos ellos son miembros del partido socialista. Junto a ellos también dejó el Banco de España Guillermo de la Dehesa, ex secretario general de Comercio, ex secretario de Estado de Economía y en la actualidad consejero delegado del Banco Pastor.

En el verano de 1986 se produjo la primera salida significativa en el banco emisor: Aristóbulo de Juan, que había entrado en la esfera de la autoridad monetaria en el otoño de 1977 como presidente de Corporación Bancaria, dejaba su puesto de director general encargado de la inspección para incorporarse como asesor del Banco Mundial. Habían pasado nueve años con una crisis bancaria sin precedentes -más de medio centenar de instituciones bancarias-, que se trasladó posteriormente a las cooperativas de crédito (en especial las cajas rurales), y que obligó a poner en marcha mecanismos especiales como los fondos de garantía de depósitos, la modernización de la inspección y la obligación de que las instituciones financieras presentaran auditorías externas.

Junto a ello, y de la mano de Aristóbulo de Juan (que en la actualidad es consejero de Banesto) como director general y de Juan Antonio Ruiz de Alda como subgobernador, se dictan normas para que las instituciones financieras hagan provisiones sobre riesgos en dificultades de cobro u obligaciones de pagos y se modifica sustancialmente el coeficiente de garantía haciendo hincapié en la necesidad de existencia de elevados recursos propios que puedan garantizar las inversiones financieras de todas las entidades.

Por causas distintas a las que explican la salida de De Juan se produce poco después la marcha de otro director general del Banco de España: Antonio Sánchez Pedreño, con responsabilidades sobre el área internacional, que recala en el Banco Atlántico como consejero delegado algún tiempo después de que la entidad fuera vendida dentro del proceso de reprivatización de las empresas de Rumasa. También tiene lugar, en 1987, la salida de Victorio Valle, secretario general del Fondo de Garantía de Depósitos de las Cajas de Ahorro, que decidió volver al mundo de las cajas a través de un alto cargo en la fundación de la Confederación Española de Cajas de Ahorro.

A lo largo de este año se han producido otras bajas importantes en el organigrama interno del Banco de España, como la salida de Luis Tortosa hacia el Banco de Progreso, del grupo March; la de Ricardo Sanz, como director general del Banco Hipotecario, a los que han acompañado otras personas que han optado por volver a la universidad o dirigirse hacia las instituciones financieras privadas.

Pedro Martínez Méndez, hasta hace pocas semanas director general del Tesoro y Política Financiera y ahora vicepresidente de la Comisión nacional de Valores, también dejó el puesto que tenía en el Banco de España hace ahora unos dos años, cuando sustituyó a José María García Alonso, que fue nombrado subsecretario de Economía y Hacienda y que en la actualidad trabaja en Cajamadrid.

Una dimisión anunciada

El último trimestre de este año parece, en todo caso, que va a ser el más movido de los últimos. Raimundo Ortega, director general, con responsabilidades sobre todas las operaciones internas en los mercados monetarios, ha anunciado en repetidas ocasiones -en varias de ellas al gobernador del Banco de España y al ministro de Economía y Hacienda- su deseo de no pasar las navidades como director general.

Raimundo Ortega ha sido el promotor, desde los distintos puestos que ha ocupado en el banco y en Economía, de toda la reforma de los mercados de capitales. En los cuatro últimos años ha sido candidato dos veces al puesto de subgobernador del Banco de España y fue superado en la primera ocasión por Juan Antonio Ruiz de Alda y en la más reciente por Luis Ángel Rojo. También jugó fuerte para ser nombrado presidente de la Comisión Nacional de Valores, - puesto para el que ha sido nombrado recientemente Luis Carlos Croissier. Su salida, cantada desde hace meses, puede producirse en las próximas semanas hacia el sector privado -donde no le faltarán ofertas de trabajo- o quizá hacia el mercado de futuros, cuya creación parece contar con todo el beneplácito de las autoridades económicas y monetarias.

Otra salida anunciada, y que se concretará en los próximos días, es la de Sebastián Ubiría, que será nombrado consejero de la Comisión Nacional de Valores junto con un catedrático de Derecho Mercantil de la universidad Autónoma de Madrid y una tercera persona aún por decidir. Ubiría estaba hasta ahora en la oficina de operaciones, bajo el control de Raimundo Ortega. Finalmente, José Pérez, escalón intermedio entre Ortega y Ubiría, decidió al final del verano permanecer en el Banco de España a pesar de haberlo dudado bastante.

José Pérez era definido desde hace muchos años como el delfín de Luis Ángel Rojo en el servicio de estudios del banco emisor y el nombramiento de Constantino Lluch como subdirector de este servicio en el pasado verano provocó una profunda crisis. Raimundo Ortega y Sebastián Ubiría jugaron un papel importante en que José Pérez permaneciera en su puesto y ahora son ellos los que lo abandonarán en una fecha próxima. La última baja efectiva en el Banco de España ha sido la de Luis Alcaide, que se encargaba de las relaciones con la Prensa y que ha sido nombrado director general de Transacciones Exteriores del Ministerio de Economía y Hacienda.

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