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Unas 5.000 personas asisten al funeral por los jubilados muertos en el accidente de Martorell

Unas 5.000 personas, según la Guardia Urbana, participaron ayer en el Prat en el funeral por los 11 jubilados que fallecieron el pasado sábado como consecuencia de un accidente de circulación ocurrido en la autopista A-7. Un clima de profunda emoción rodeó la ceremonia, celebrada en una plaza del centro de esta localidad del cinturón barcelonés. La práctica totalidad de los comercios situados en las inmediaciones del lugar donde se celebró el funeral cerraron en señal de duelo. Paralelamente, la juez encargada de instruir las diligencias citaba a declarar a los responsables de la empresa de autocares Molist, a la que pertenecía el autobús en el que viajaban los 52 jubilados.

Prat de LlobregatLa ceremonia fue oficiada por el obispo auxiliar de Barcelona, Lluís Martínez Sistac. Al funeral asistieron los 25 concejales del consistorio del Prat, presididos por el alcalde del municipio, el comunista Lluís Tejedor. También asistió, el conseller de Turismo y Comercio, Lluís Alegre; el Gobernador Civil de Barcelona, Ferran Cardenal, y Joan Josep Ferrás, director general de la Caja de Ahorros del Penedés, de la que depende el hogar de ancianos que organizó la excursión.En la plaza se instalaron unas 400 sillas para acoger a las autoridades y parte del público. Otras 300 sillas fueron habilitadas para los Familiares de las víctimas a la entrada de la iglesia de Sant Pere i Sant Pau, situada en la plaza donde se celebró el funeral.

La ceremonia se desarrolló con la presencia de ocho ataúdes, de un total de once personas que perdieron la vida. Al finalizar el acto, los féretros que contenían los cadáveres de seis ancianos fueron trasladados al denominado cementerio del Sur del Prat, a donde se desplazaron también los concejales para dar el pésame a los familiares. Otro de los féretros recibió sepultura en el antiguo cementerio de la localidad, con la presencia de los portavoces de los cuatro grupos políticos representados en el Ayuntamiento y el ataúd que contenía los restos de Sabina Borrull Torner, de 70 años, fue trasladado al cementerio de Cerdanyola para, ser incinerado. Los cadáveres de otros tres jubilados han sido trasladados a Barcelona, Sabadell y una localidad santanderina, por deseo expreso de sus familiares, que se oponían a la celebración de un acto conjunto y masivo.

Ante de concluir la ceremonia, el obispo auxiliar leyó varios telegramas de pésame. Entre ellos uno de Juan Emeterio, alcalde de la localidad almeriense de Roquetas de Mar, de donde regresaban los jubilados, tras pasar 12 días de vacaciones, cuando se produjo la colisión,

Al finalizar el funeral. Tejedor elogió el comportamiento de los ciudadanos de la población, que en todo momento guardaron un escrupuloso silencio durante la ceremonia, a los que definió corno "un pueblo mayor de edad".

Paralelamente, María del Mar Gan Busto, titular del juzgado que instruye las diligencias, firmaba las primeras citaciones judiciales para que a partir del próximo miércoles comparezcan en su juzgado los responsables de la empresa de autocares Molist, propietaria del vehículo que transportaba a los jubilados y colisionó contra el camión que se encontraba estacionado en el arcén de la autopista A-7, a unos dos mil metros del peaje de Martorell.

Según se desprende de las primeras declaraciones tomadas por la juez, el conductor del autobús, Santiago Merino Ambarro, de 43 años, que se encuentra ingresado en la cárcel Modelo de Barcelona, no advirtió la presencia del, camión en el arcén de la autopista a pesar de que indicaba su situación con diversas señales luminosas. Esta versión está ratificada por la Guardia Civil de Tráfico. Esta distracción se pudo deber, con toda probabilidad, al cansancio de Merino, que llevaba más de 12 horas conduciendo.

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