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Tribuna:LA HISPANIDAD
Tribuna
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El futuro comienza en 1992

El 12 de octubre se convirtió en fecha emblemática para quienes sólo vieron en la gesta del descubrimiento su componente épico. De igual modo, se convirtió en banderín de enganche para los partidarios de la leyenda negra. El articulista reivindica una interpretación más trascendente y enriquecedora de la conmemoración.

Se cumplen 486 años de la llegada del almirante de la corona de Castilla, Cristóbal Colón, a la isla de Guanahaní (que él rebautizará San Salvador), creyendo que había arribado a las Indias por Occidente.A partir de ese viaje, en los años y décadas subsiguientes tiene lugar una de las más impresionantes obras transformadoras de la historia de la humanidad.

Para muchos autores, la. fecha del 12 de octubre de 1492 marca el comiento de la era moderna. La visión euroasiática del mundo se transforma en concepción global o universal de la humanidad, el hombre europeo descubre un nuevo continente y el hombre indígena precolombino descubre la existencia de seres humanos de facciones, color, religión y cultura distintos. La expresión descubrimiento está plenamente justificada, y la historia se encargó de consagrarla.

Destacar exclusivamente a estas alturas el carácter épico-heroico de la conquista española del nuevo mundo, como importantes sectores de la historiografía nacional han hecho desde tiempos inmemoriales, no es sólo un ocultamiento de toda la verdad, sino caer en el más trasnochado patriotismo.

Y resucitar a finales del siglo XX los más conocidos tópicos de la no menos trasnochada leyenda negra sólo demuestra escasa frescura e inquietud intelectuales. Refugiarse, por pura comodidad mental, en las doctrinas fabricadas por los ideólogos de las potencias europeas que disputaban a España las nuevas colonias no es la mejor forma de acercarse a la verdad.

El V Centenario es una magnífica ocasión para investigar, con rigor y con el menor apasionamiento posible, lo que existía en aquellas tierras antes de 1492 (incluidos los imperios y sus formas de dominación y explotación de otros pueblos) y lo que ocurrió después, sin ocultar nada.

Realidades ocultas

Los claroscuros de una obra tan inmensa no pueden entenderse tampoco en clave reduccionista. Cuando el profesor Guerra demuestra que la mayor parte de los indios del Caribe murieron como consecuencia de las enfermedades contagiosas transmitidas por los españoles y que aquellos desconocían, este dato no puede despacharse a la ligera por los que siempre han pensado que hubo un genocidio programado. La brutalidad de muchos de los expedicionarios y la sobreexplotación en el trabajo a que fueron sometidos los indígenas son, sin embargo, realidades que sistemáticamente se nos han ocultado a muchas generaciones de españoles.

Pero lo que resulta más sorprendente es que también se haya escondido, o al menos enseñado poco en las escuelas, la ingente obra civil (creación de ciudades, carreteras, puertos, universidades) levantada en los primeros 100 años de presencia española, y las expediciones científicas que tuvieron lugar en los siglos XVII y XVIII, que dejaron una huella imperecedera.

Otra obra por hacer, en gran parte, es la historia de las grandes corrientes migratorias de España a América, que contribuyeron a poblar, y en muchos casos a construir, países hasta entonces escasamente habitados, con grandes regiones prácticamente desiertas.

En realidad se trata de un acontecimiento, el de la presencia de España en América, singular, sin equiparación posible a la presencia de otros países europeos en África, o Asia, por ejemplo. La mayoría de los habitantes de América Latina es de origen español, remoto o reciente, mientras que en los otros dos continentes citados no existió ese vaciarse del país europeo en las tierras descubiertas.

Otra gran diferencia es el profundo y extenso fenómeno de mestizaje que tiene lugar en América Latina y que no se realiza -o se produce muy escasamente- en África y Asia.

Por citar, finalmente, una tercera e importante diferenciación, en América Latina se hereda de España, con transformaciones propias del nacimiento de naciones distintas, la organización social, la institucionalización, el derecho, el municipalismo, etcétera. Lo que permite decir que América Latina comparte, en gran manera, nuestro sentido de la vida, nuestra jerarquía de valores, nuestros defectos -cómo no- y, frecuentemente, nuestros demonios familiares.

Choque cultural

Pero lo que allí nace es algo distinto a España, como no podía ser de otra manera. La identidad latinoamericana y de los países del continente individualmente considerados es el fruto de un choque de diversas corrientes culturales: la grecolatina, aportada por los europeos, especialmente España y Portugal, y las indígenas, diferentes entre sí. Es también la consecuencia de una profunda mezcla de razas, fundamentalmente la blanca europea, la india autóctona y la negra africana, aportada por los grandes contingentes de esclavos llevados a la fuerza en aquellos siglos.

Pasar como de puntillas, a escondidas y vergonzantemente, por el 500º cumpleaños del comienzo de tan espectacular acontecimiento hubiera sido extraordinariamente negativo. Como lo hubiera sido celebrar triunfalistamente, a bombo y platillo, una obra histórica de España que, sin duda, tiene grandes luces, pero también grandes sombras.

De ahí que hayamos elegido la vía de la conmemoración -que no celebración- como motivo de reflexión colectiva de la comunidad iberoamericana, pero no sólo sobre el pasado, sino, sobre todo, analizando el presente y construyendo el futuro.

Hoy podemos congratularnos de que, a partir de esa filosofía, más de 30 países estemos empeñados en programas de largo aliento, que tienen la voluntad de dejar una huella para convertir 1992 en un punto de partida y no en una meta; que para el año 2000 la comunidad iberoamericana de naciones sea más realidad de lo que era en 1982.

Debemos revisar nuestro pasado común, pero a condición de que ese debate no nos esterilice, no nos paralice y no nos impida construir un futuro también común.

es secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica y presidente de la Comisión del V Centenario.

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