Deprisa, deprisa
Egor Ligachov se disponía a iniciar la última semana de sus vacaciones cuando fue convocado el pleno del Comité Central que cogió por sorpresa a un hombre tan próximo a Mijail Gorbachov como el ministro de Exteriores, Edvard Shevardnadze.La convocatoria para el 30 de septiembre se conocía el lunes 26 de septiembre en el aparato del Comité Central en Moscú. El 28 de septiembre, en Nueva York, Guenadi Guerasimov anunciaba el regreso de Shevardnadze a Moscú al día siguiente y, también el 28, la noticia del pleno llegaba al jefe del partido en Vladivostok, según una de las participantes en el primer foro abierto a occidentales que se celebró en aquella ciudad del Pacífico hasta ahora cerrada.
Varias hipótesis siguen circulando en Moscú sobre el momento en que Gorbachov decidió celebrar un pleno no previsto en el intenso calendario político que se extiende desde este otoño hasta finales de 1989. En Moscú hay quien compara este pleno con el que en 1957 derrotara al grupo antipartido (Molotov, Malenkov, Kaganovich) que se había opuesto a la reestructuración organizativa en sovnarjoses llevada a cabo por Nikita Jruschov. Hay incluso rumores no confirmados según los cuales helicópteros militares sobrevolaban la capital en vísperas del pleno y algunos secretarios regionales fueron transportados en aviones del Ejército. La idea de la conspiración es alimentada por artículos como el publicado por la revista Ogoniok, donde Serguei Jruschov, hijo del dirigente defenestrado en 1964, cuenta que su padre no había tomado en serio las reiteradas advertencias de que existía una conspiración contra él.
El calendario de la reforma se complica con dos reuniones del Soviet Supremo, una el 27 de octubre, para debatir el presupuesto y el plan del año próximo, y otra, en noviembre, para aprobar la ley electoral y las enmiendas en la Constitución.
El aparato del Comité Central, mientras tanto, está sometido desde agosto y hasta octubre, según medios bien informados, a una reestructuración que afecta entre el 40% y el 50% de la plantilla. Lo que se desmantela son los llamados departamentos de rama, que duplicaban la gestión económica de los ministerios.
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