Libres pero vigilados

El hermetismo más absoluto sigue rodeando la actividad en Argel de los miembros de ETA. Sus anfitriones les otorgan lo que llaman "una libertad de movimientos que no suponga la preparación de operaciones de desestabilización contra nuestros amigos españoles". En la práctica eso parece traducirse en una existencia permanentemente vigilada por los servicios de seguridad militares. Los etarras viven en el extrarradio de Argel y en localidades separadas unas decenas de kilómetros de la capital; pueden llamar por teléfono, salir a la calle y sostener algunas reuniones entre ellos, pero sus custodios toman buena nota de todas esas actividades.Su estatuto jurídico es confuso. Argelia les considera "refugiados" y les paga los gastos de estancia, pero el Comité de Amistad y Solidaridad con los Pueblos del FLN que les acoge, no considera a ETA como "un movimiento de liberación acreditado en Argelia".

No se dispone de información concreta sobre los etarras deportados, pero allí se hallan, entre otros, Antxón Etxebeste, Ignacio Arakarna Mendía, Makario, María Belén González Peñalba, Idoia López Riaño, Juan Manuel Soares, Rosario Delgado, José María Zaldúa y José Ansa Olaizola.