Tarde gris

No pasará a los anales de la tauromaquia la corrida de ayer. Es uno de esos festejos que no hacen afición. No es que sea muy numerosa en Sevilla, pues ninguna de las dos tarde de, esta miniferia, se llenó la plaza. El aficionado de sol sigue ausente. No es de extrañar, habida cuenta de los precios. ¿No sería más razonable llenar la plaza con precios más asequibles? Un cursillo de mercadotecnia no le vendría mal a la empresa.Rafael de Paula intentó torear a sus dos toros, pero la quietud -esencial para este menester del toreo- es superior a sus fuerzas. Media soberana verónica, en el sexto toro, fue el único momento de quietud de toda la tarde. Su primero, fue un toro noble al que siempre citaba fuera de cacho. En el cuarto, le faltó la ligazón y un mayor ajuste. Con la espada, es obvio que tampoco hubo la menor entrega.

Ruiz Miguel tiene como principal característica su poderío con los toros, ¡qué desilusión nos produjo ayer el gaditano!. Su primero era un toro grandullón, codicioso, de los que había que pelearse con él y poderle. Ruiz Miguel, extrañamente, no pudo con él. El toro se le subió a las barbas y se hizo el amo del cotarro. El quinto llevaba la cara muy arriba y la faena no podía tener lucimiento. Sin embargo, también en este toro le faltó a Ruiz Miguel decisión.

El mexicano David Silveti cortaba en el momento más interesante su quehacer. No se puede perder tanto tiempo en la cara del toro, entre serie y serie, porque el público se enfría. Muletazos templados con la izquierda, citando casi de frente, pero con la muleta oblicua. ¡Hay que torear con la panza de la muleta! Los derechazos tuvieron mejor factura. Lo toreó francamente bien a la verónica, embraguetándose. Su primero fue un toro soso y Silveti también estuvo excesivamente frío.

Destacaron en banderillas El Formidable y Luis Mariscal.