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Cientos de 'casos excepcionales'

El último caso grave de uso desproporcionado de las armas de fuego lo protagonizó en Madrid el guardia civil Alonso Salazar, quien, por una trifulca trivial, mató de un disparo a Miguel Ángel Rodríguez, de 20 años. El guardia civil usó una pistola particular, para la que no tenía licencia.Ni en éste ni en la mayoría de otros casos similares los mandos policiales o de la Guardia Civil han querido pronunciarse sobre la conducta de los agentes causantes de los hechos. Cuando ha habido pronunciamientos, siempre se ha dicho que se trataba únicamente de casos excepcionales.

Estos casos únicos, sin embargo, se dan con cierta frecuencia. Los más habituales suelen ser incidentes provocados en discotecas o bares por agentes fuera de servicio y con síntomas de embriaguez, como sucedió con un policía nacional que hirió de un disparo en Ciudad Real a un amigo suyo, de nombre Miguel Roldán, tras una discusión en una discoteca.

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Un incidente distinto ocurrió en junio de 1987 en Tafalla (Navarra), cuando otro policía nacional, llamado Rafael Nieto, condujo a punta de pistola al cuartel de la Guardia Civil a un fiscal, José Luis Galindo, que había actuado momentos antes contra el policía en un juicio por una falta de tráfico.

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