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De la sombra chinesca, a la tecnología digital

Londres inaugura un museo único dedicado a la imagen

Londres, ciudad de museos, tiene a partir de ayer uno nuevo dedicado al cine y a la televisión. El Museo de la Imagen en Movimiento, el MOMI, cuyas siglas traen ecos de otra gran institución dedicada al arte moderno, es la materialización de un proyecto largamente acariciado y el primero de su estilo en el mundo. Unos 2.000 millones de pesetas aportados por particulares, a los que no se ha sumado ni un céntimo de procedencia estatal, han hecho posible un viaje por el tiempo que transporta al espectador desde las sombras chinescas de hace 4.000 años a la tecnología óptica digital.

El cine es el epítome del mundo de la fantasía y el MOMI ya sorprende de entrada por su localización en lo que en un principio era sólo un angosto lugar bajo el puente de Waterloo, en el corazón del South Bank, junto a la filmoteca británica. Allí, el diseñador Neal Potter ha creado unos espacios que se estiran hasta lo inverosímil y convierten la aparente nada en más de 3.000 metros cuadrados de exposición con decenas de diferentes ambientes que introducen con acierto al visitante en los entresijos del mundo del cine y la televisión.Leslie Hardcastle, uno de los dos padres del museo y director del National Film Theatre, paseaba aún su ansiedad a duras penas reprimida entre los obreros que daban los últimos toques a lo que hoy, debe ser una impecable obra a inaugurar por el príncipe Carlos. La de Hardcastle es una vida entregada al cine. "Cuando era niño, mi abuela me llevaba tres o cuatro veces por semana al cine, así que puede que no estuviera muy fuerte en los estudios, pero lo sabía todo de cine", recuerda ahora. Su. visión del MOMI propendía hacia el espectáculo, pero el producto final es un compromiso con la que mantenía el otro padre del museo, David Francis, director del National Film Archive, proclive a la documentación. Francis lo expresa así- "Hubo un momento en que pensamos en el MOMI como algo impresionista, pero llegamos a la conclusión de que eso sólo lo iba a entender la gente con muchos conocimientos. Si visitantes interesados, pero no informados, no sienten que los distintos espacios están claramente relacionados, se molestan y por eso decidimos que el desarrollo cronológico era el más adecuado".

Los primeros minutos en el museo centran al visitante en las ilusiones ópticas y a partir de ahí ya todo es avanzar por la magia de la imagen en movimiento, que al avisado espectador de hoy en día no puede dejarle de parecer tanto más mágica cuanto más ingenua al manipular los aparatos inventados el pasado siglo para crear la ilusión del movimiento.

Cada estadio de desarrollo y momento de la historia del cine tiene su espacio en el MOMI. El uso del cine como arma de la estrategia leninista queda recogido con la reproducción de un vagón de los usados por el incipiente régimen soviético en sus campañas de agit-prop, donde el visitante asiste a la proyección de películas de la época.

En la sección dedicada a la vanguardia y el experimentalismo hay inspiración española, con el surrealista Un perro andaluz de Buñuel y, el daliniano sofá inspirado por los exuberantes labios de Mae West, sobre el que cuelgan los dibujos realizados por el mismo Dalí para la secuencia del sueño en Vértigo, de Alfred Hitchcock. La fábrica de sueños de Hollywood está representada con profusión, con apartados dedicados a los distintos elementos que intervienen en la producción de una película, y también hay espacios dedicados a otras cinematografías, con especial énfasis en la británica.

Relación interactiva

El espectador mantiene en todo momento una relación interactiva con su entorno, que continuamente le llama a pulsar botones que le introducen aún más en la experiencia cinematográfica. En el área del MOMI dedicada a la televisión, un estudio permitirá al visitante grabar y editar su propia intervención ante las cámaras.En el museo se ha construido una sala cinematográfica con 135 butacas que pasa por ser la más avanzada del mundo. Cuatro pantallas de diferentes texturas permitirán apreciar con mayor fidelidad obras rodadas con distinto tipo de película. Durante el día, esa sala formará parte del museo con proyección de películas, y, por la noche, será una sala más dedicada a ofrecer hitos de la historia del cine. El MOMI necesita para sobrevivir un mínimo de 435.000 visitantes al año, que han de pagar 3,25 libras (unas 700 pesetas).

Al concluir la visita, algunos de ellos establecerán una sentimental e irónica relación entre los Lumiére y Bertrand Russell. Aquéllos estimaban que su invento podría "ser explotado durante algún tiempo como una curiosidad científica, pero, aparte de eso, carece de cualquier valor comercial", y éste dijo a un contertulio: "Ni usted ni yo veremos a la televisión convertida en algo importante".

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