Flor de un día
La voluntad por ponerle un freno al mercado se notó desde primera hora de la mañana, pero faltaba algo de dinero para dar consistencia al intento. Como excusa se podía utilizar el atractivo nivel de precios que ya han alcanzado algunos valores, aunque para animar un repunte técnico las compras tienen que pesar más, y eso no tuvo un reflejo claro en los primeros corros. Después, y gracias a la cuidada subida de la cotización de una empresa auxiliar de la construcción, el papel se replegó cautelosamente a la espera de que con el freno las ventas fueran más rentables.A las ganas de no bajar hay que sumar algo más, pues con sólo el dinero que mueve el patio de operaciones no se pueden hacer apuestas ni a corto plazo. Así, la repentina animación del mercado consiguió que el dinero, de pronto, pareciese fluir por todas partes, para comprar un puñadito de títulos.
El efecto que el papel tuvo en el grupo bancario -el principal protagonista de la escalada previa al verano- recortando el precio de cuatro de los ocho grandes arrojó un jarro de agua fría a un mercado a medio templar.
La estrategia de comenzar las compras ayer, con cautela, se sustenta en dos bases. Los tipos de interés pueden mantenerse en los niveles actuales si las previsiones de inflación no se alejen de forma estrepitosa del 4%, lo que cada vez es más probable, sobre todo después de la evolución de los ALP en agosto. En segundo lugar, y como catapulta exterior, queda la posibilidad de una acogida favorable esta tarde en Wall Street de la cifra de desequilibrio comercial norteamericano. Estos datos sí podrían animar el negocio después de un verano bajo mínimos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.