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El laborismo israelí inicia su campaña electoral con una llamada a la negociación

El auditorio Mann, llamado el Palacio de la Cultura de Tel Aviv, se queda pequeño para acoger a los millares de delegados del Partido Laborista que asistirán al inicio de la campaña electoral de su grupo político. Los discursos de las principales figuras, Simón Peres e Isaac Rabin, y los cantos populares y las referencias a los poetas tenían un mismo objetivo: animar a los militantes para lograr la victoria el próximo 1 de noviembre.

Los mayores y más calurosos aplausos fueron para Ezer Weizmann, recién llegado al laborismo, el hombre que organizó la campaña electoral de Menájem Beguin y fue su ministro de Defensa. Weizmann habló claro y con franqueza, ora con sentido del humor, ora enardeciendo a los delegados. Él, mejor que nadie, sabe cómo se puede encandilar a una audiencia. Peres cuenta con Weizmann para inspirar en los jóvenes la sabra (la mentalidad de aquellos nacidos en Israel), frente a la demagogia y la pesadez del Likud (conservadores) en las campañas precedentes. La campaña se basará en el lema La paz a cambio de los territorios."El 1 de noviembre, el pueblo debe elegir entre un Israel anexionista que nos llevará a la guerra y un Israel que busca una solución política que conducirá a la paz", dijo Peres, cuyo liderazgo no es contestado. Incluso su eterno enemigo, Rabin, recalcó en su discurso la unidad.

La vía pacífica

"No queremos perpetuar nuestro dominio sobre millón y medio de palestinos que rechazan tal dominio. Preferimos negociar con una delegación jordano-palestina, pero si los primeros se retiran, estamos dispuestos a hablar con los palestinos. Nuestro objetivo es la paz y la seguridad, y..., no lo olvidemos, la paz es un componente de nuestra seguridad. Buscaremos la paz con nuestros vecinos, pero no regresaremos a las fronteras de junio de 1967. El río Jordán es nuestra frontera de seguridad", dijo Rabin.

"Antes se decía que el pueblo judío no sabía hacer la guerra, que no era un buen soldado. Era un prejuicio. Ahora se habla de todo lo contrario", prosiguió Peres. "Se dice que no conseguiremos la paz, que no tenemos hombres de Estado, que siempre estaremos en estado de guerra con los árabes. Esto es, en verdad, un prejuicio. Os diré que hay una salida, una vía hacia la paz, y seguiremos esa vía. La seguridad de Israel no depende sólo de nuestros kilómetros cuadrados: depende de nuestro nivel científico, de nuestra agricultura pionera, del desarrollo de las relaciones internacionales estables".

Peres no desperdició la oportunidad de atacar al Likud, un bloque, según él, ha "edificado sobre la doctrina anexionista, el miedo a la paz". El líder laborista invitó a palestinos y jordanos a entablar negociaciones, "porque saben que por la fuerza no nos doblegarán. Los palestinos vendrán, porque saben que somos la opción de paz". Sin embargo, ni una sola frase que mencionara a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Sobre este particular de la eventual participación de la OLP en conversaciones de paz, Abraham Burg, miembro del estado mayor de la campaña laborista, dijo: "Nuestro interlocutor palestino será aquel que anule la Carta Palestina [que reclama la destrucción de Israel], que haya reconocido las resoluciones 242 y 338 de la ONU, que renuncie al terrorismo y reconozca a Israel".

Puerta entreabierta

Pero la puerta queda entreabierta, y, según Burg, "no espero que haya un partido israelí dispuesto a tratar sobre los cambios de actitud de la OLP antes de noviembre"; esto es, será necesario esperar un triunfo laborista y la línea de moderación y prudencia de Arafat antes de emprender cualquier contacto israelí con la OLP, un tema que constituye un verdadero tabú para la política de Tel Aviv.

En el curso de una polémica con un israelí en las páginas del periódico norteamericano Los Angeles Times, el primer ministro jordano, Ziad el Rifai, ha apoyado la tesis laborista, al calificar de "asesinato de la verdad", la afirmación de que el Gobierno de Shamir no es responsable de la parálisis del proceso de paz.

"La paz no es posible a menos que el Gobierno israelí acepte cambiar territorios por paz", afirmó el primer ministro jordano.

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