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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Mentiras, verdades?

¿Mentiras o no-verdades? El señor Barnatán llama al señor Menem musulmán, cuando él sabe perfectamente que en su país, a los de su origen se les conoce como sirios (aunque no lo sean) o, máxime, como árabes. Musulmán denota una filiación religiosa, no étnica. El señor Barnatán oculta su propio origen, que podría ser considerado, por algunos, como antagónico al de Menem.La democracia argentina, excesivamente frágil y amenazada, no se beneficia con los prejuicios de la derecha o de los liberales. Si el peronismo de Menem llega al poder por el voto popular, puede que, paradójicamente, ese cambio legal sea una de las grandes esperanzas para el país.

Las patillas de Menem son difliciles para un gusto refinado, pero la política debería ser algo más que estilo.-

En su artículo del 24 de agosto de 1988, La desesperanza argentina, el señor Marcos Ricardo Barnatán, de regreso de Argentina, nos habla con pesar de un país al borde del colapso, sumido en la peor crisis económica de su historia, paralizado por los intereses contradictorios de los distintos grupos socioeconómicos, con una población desesperanzada y una juventud que sueña con irse al extranjero.

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Es un hecho: desgraciadamente, cuatro años de democracia (y, a pesar de las grandes expectativas creadas) no han bastado para resolver ninguno de los problemas que aquejan a nuestro pobre país, y pocos serán hoy los que se atrevan a aventurar una salida del túnel para los próximos años. Ni Angeloz, el candidato radical, ni el esotérico Menem, candidato peronista, han propuesto nada nuevo.

Las recetas liberales que parece proponer el autor del artículo, sin embargo, tampoco lo son; se han venido aplicando década tras década en nuestros países con los resultados que todos conocemos: un continente dependiente, cada vez más pobre, absolutamente incapaz de idear un proyecto de desarrollo autónomo, independiente, coordinado. Nadie puede estar a favor de burocracias estatales parasitarias, pero insinuar que la presencia del Estado en la economía argentina es la causa de su crisis, y que el desmantelamiento de esta presencia, dejando la economía en manos privadas (las de siempre, supongo ... ) puede ser una clave para salir del pozo, es negarse a ver que la raíz de nuestros males está en nuestra secular dependencia, y que la única manera de empezar a romper con ella no consiste en dejarlo todo en manos de quienes viven de esa dependencia, sino en exigir que nuestros gobernantes (tenemos la suerte de que en este momento -y quién sabe si durará mucho- la mayoría en América Latina hayan sido democráticamente electos) adopten, paso a paso, medidas que permitan ir liberándonos de esa esclavizadora tutela. ¿Para cuándo una respuesta coordinada al problema de la deuda externa, por ejemplo? ¿O un primer esbozo serio de mercado común latinoamericano?

El señor Barnatán acaba su artículo citando, entre otros, a Mitre y a Sarmiento, y escribe textualmente que si nuestros gobernantes de estos últimos 50 años hubieran tenido la misma madera de sus ilustres precursores, otra sería la situación del país.

Basta ya de citar a nuestras viejas glorias como ejemplo.

Ya sería hora de que supiéramos que los modelos de desarrollo soñados por Mitre o Sarmiento contribuyeron poderosamente a hacer de Argentina un país dependiente, sometido, vencido. "No somos ni industriales ni navegantes", afirmaba Sarmiento, "y Europa nos proveerá por largos siglos de sus artefactos a cambio a nuestras materias primas".

En 1824, nuestro primer presidente, B. Rivadavia, negociaba con el banco Baring Brothers un empréstito por un valor de un millón de libras. El país solamente cobró 560.000, y el empréstito se acabó de pagar en 1904 después de haber abonado ocho veces el importe recibido.

De muy lejos nos vienen los males.- Bruselas, Bélgica.

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