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Aquel 'enemigo público número uno'

Walesa ha sido durante años el enemigo público número uno del régimen del general Wojciech Jaruzelski. Ha estado internado en un campo de prisioneros, los medios oficiales lo han tachado de agente pagado por Occidente, de irresponsable y de agitador antisocialista con quien nada había que hablar.Ayer, un automóvil oficial del Ministerio del Interior lo recogió en el episcopado católico y lo trasladó a una residencia oficial al sur de Varsovia, donde estuvo hablando tres horas con quien fue su carcelero mayor, el ministro y también general Czeslaw Kisczcak.

El cambio de actitud del Gobierno no responde, sin duda, a un cambio de convicciones del jefe del Estado polaco, Jaruzelski. Este considera al líder sindical un irresponsable que situó a Polonia al borde de una sangrienta catástrofe en 1981.

Para Jaruzelski, tener que sentarse con Walesa en una mesa a discutir soluciones para Polonia, sería el peor de los "momentos de amargura" de su vida política a que se refirió el domingo en un discurso televisado.

La aceptación de Walesa como interlocutor legitimado es ya una gran victoria del movimiento de huelgas que sacuden Polonia desde hace dos semanas. El desarrollo de la situación a partir del encuentro de ayer es impredecible. Puede haber un acercamiento dictado por la alarmante situación en que se halla hoy el Estado y la sociedad polacos. Puede ser, asimismo, que se impongan las fuerzas que buscan el enfrentamiento, dentro y fuera del partido, para poner fin a las reformas y a este proceso de diálogo que millones de polacos desean.

La entrevista de ayer ratifica en todo caso el fracaso rotundo del proyecto político del general Jaruzelski de marginar a la oposición organizada e intentar movilizar a la sociedad en favor de unas reformas dictadas desde arriba. Los países aliados de Polonia en el Pacto de Varsovia observan con gran atención este proceso. Pronto pueden estar algunos en la misma situación.

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