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FERIA DE BILBAO

El toro "amorrajao'

ENVIADO ESPECIALEl tercer toro (o lo que fuera aquello, pues estaba amorrajao) atropelló a Rafl Camino durante los lances de recibo y lo zarandeó por la parte abdominal de mala manera. Maltrecho se llevaron al torero y la corrida quedó en un mano a mano entre los dos llamados niños del cartel: el de la Capea, el de la Taurina. El de la Capea, no tan niño, tuvo a su disposición los dos únicos toros de cierta embestida, una de ellos borrega, otra encastada, y los toreo de parecida forma, dentro del conocido marco de su personalidad. Es decir que aquello de citar cruzado adelante la muleta, cargar la suerte, ligar los pases, para este diestro deben de ser monsergas de tauromaquias obsoletas. Lo suyo es la neotauromaquia, en la que dicen se ha hecho maestro, y será verdad, porque la borda. Al borrego le templaba mejor, al encastado peor, sufrió dos desarmes, pero estaba hábil para chascar la zapatilla en la arena, aflamencar el cuerpo una vez pasado el pitón, corretear a la salida de los muletazos.

Jandifia / Niño de la Capea, Camino, Niño de la Taurina

Cinco toros de Jandilla, inútiles; cuarto, sobrero de José Luis Marca, que sustituía a otro sobrero, terciado y sospechoso de pitones. Niño de la Capea: estocada caída (ovación y salida al tercio); estocada (silencio); estocada atravesada y descabello (oreja). Rafi Camino: cogido al lancear al tercero, sufre fractura de clavícula de pronóstico menos grave. Niño de la Taurina: pinchazo y media estocada caída y dos descabellos (silencio); el quinto fue apuntillado durante la faena (silencio); estocada corta ladeada perdiendo la muleta (vuelta).Plaza de Bilbao, 23 de agosto. Tercera corrida de feria.

El toro de Camino que hubo de matar estaba amorrajao y se derrumbaba con sólo mirarlo. El cuarto, el sobrero que lo sustituyó, el quinto y el sexto también se derrumbaban con sólo mirarlos, por lo que cabe afirmar, sin ningún género de dudas, que asimismo padecían amorrajamiento, en grado pernicioso. Corrida amorrajada es una lata para todo el mundo menos para quienes tienen que ponerse delante, pues enemigo que no embiste ni a estacazos, trastabilla, pierde pata, hocica o amorra, rueda por la arena, no es enemigo ni es nada. Así quisieran vivir siempre todos los seres de la creación: sin enemigos.

Niño de la Taurina se esforzaba en hacer el toreo puro y era una pretensión inútil. A los toros amorrajaos no se les puede hacer toreo, ni pantomimas, ni mojigangas siquiera. Lo único que se les puede hacer a los toros arnorrajaos es apuntillarlos, ponerlos bajo el dominio del tablajero, reclamar el zancarrón -que en tierras castellanas llaman morcillo- y dar cuenta de él, estofado, suavizado entre salsas y guarnecido de hongos. En Bilbao hay cocineros que saben darle al zancarrón amorrajao de toro inútil el punto justo, con la ventajosa particularidad de que su degustación vale menos que una entrada para la corrida.

El quinto toro se amorrajó tanto durante la faena de Niño de la Taurina, que decidió sentarse y de allí no pudieron moverlo los fornidos banderilleros grúa que le tiraban de los cuernos y del rabo. Niño de la Taurina, que estaba desesperado, arrimó el hombro, pero no sirvió de nada, y optaron por apuntillar al animal. Después vendría lo del tablajero, lo del cocinero y el estofado glorioso, que no se vio, y fue una pena, porque habría dado algún sentido a la función y rentabilidad al precio de la entrada.

Los 12 aficionados y medio que parecía haber en la plaza estaban mohinos y los miles de espectadores restantes, que lo aplaudían todo en la tarde, se quedaron desconcertados, pues no sabían a quién aplaudir. El presidente adoptaba una actitud de meditación profunda, o quizá es que se había dormido. La corrida ya es historia, hoy viene otra, y por los síntomas que pudieron apreciarse a su término, ayer no ocurrió nada en el coso bilbaíno.

La desvergüenza de los taurinos profesionales, la escasa torería de los diestros, el conformismo de los ganaderos y la culpable dejación de funciones de las autoridades convirtieron en silencio vergonzante lo que fue un monumental fraude, que ha de ser fruto de la corrupción, o no se produciría cada tarde, según viene ocurriendo, en la más absoluta impunidad. Porque toros amorrajaos no se crían en las dehesas y si salen así a la plaza es que alguien los amorraja.

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