_
_
_
_
El 'circo' de Nueva Orleans

¡Qué noche la de aquel día!

Francisco G. Basterra

¡Qué noche la de aquel día! la madrugada del martes. El último ¡hurra! de Ronald Reagan, su canto del cisne, su despedida política y la confirmación en imágenes de lo mucho que se quieren Nancy y Ron. "No sé qué hubiera sido de mi vida sin ti, Nancy. Gracias por tu amor y por ser como eres", le dijo el presidente. Los 3.000 delegados no pudieron contener las lágrimas.El final feliz fue ayudado por los creativos que anuncian Pepsi-Cola, que produjeron una película -sin duda la más rosa que nunca hayan interpretado los Reagan en Hollywood- en la que el presidente, con planos intercalados dignos de Lelouch en Un hombre y una mujer, repasaba su vida y lo mucho que ha hecho por los norteamericanos y por el mundo libre. Y venga banderas nacionales, niños felices en contraluz y cantos al patriotismo y al orgullo de ser norteamericano. Y en la escena final, la pareja más poderosa del mundo desapareciendo bosque adelante, abrazados, y una picaresca patadita en el culo de Nancy a Ronnie.

Más información
Bush elige a Quayle como su candidato a vicepresidente
El Robert Redford del Senado

Miles de globos y una tonelada de confetis cayeron sobre los Reagan. El discurso del presidente fue interrumpido 66 veces por ovaciones, y el aplauso final duró seis minutos. Pero Ronald Reagan dijo que del final de su vida nada. "¿Ocaso? No en América. Aquí siempre está amaneciendo". Y prometió que dejará su número de teléfono. "Por si me necesitáis como soldado de a pie, avisadme, que volveré".

En la sala del Superdome, tina delegada se limpiaba las lágrimas con un pañuelo de papel mientras afirmaba: "No importa quién venga después de Reagan. Nunca será lo mismo". Otro delegado enarbolaba una pancarta: "El único duque [a Dukakis le llaman Duke] era John Wayne", y un cómico se preguntaba ante Nancy Reagan: "¿Cómo vas a votar por un hombre que no tiene hombros?". Se refería a la contextura física del candidato demócrata.

En el acceso a la convención, tres monjas ursulinas de riguroso hábito vendían delantales y libros de recetas de cocina del convento a 10 dólares (unas 1.250 pesetas) la pieza. Desaparecían, a dós dólares, las chapas con Dukakis y Daniel Ortega para vicepresidente y las que emparejaban a Bush con Ollie (Oliver) North. Muy cerca, un hombre se paseaba con un palo y un cartón en el que se leía: "Bush será presidente porque Dios es republicano".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_