Bush se juega en Nueva Orleans el ser o no ser
ENVIADO ESPECIAL Nueva Orleans, la cuna del jazz, hija del Misisipí, será la resurrección o la tumba política para el vicepresidente norteamericano, George Bush, y sus aspiraciones de suceder a Ronald Reagan en la presidencia de Estados Unidos. Entre 7 -en el mejor de los casos- y 17 puntos por detrás del candidato demócrata, Michael Dukakis, en los sondeos, Bush se juega en la convención republicana que comienza esta tarde el ser o no ser, según todos los observadores políticos.
El espectáculo ya está servido, incluidos 200.000 globos y 137 millones de dólares de ingresos suplementarios para esta deprimida ciudad de la América negra, con el índice más alto de paro del país. Los republicanos confían en que su candidato supere en este enclave sureño, convertido meteorológicamente en un baño turco de 24 horas al día, su congénita debilidad política, y que demuestre que "tiene lo que hay que tener" para ser presidente de EE UU, algo que, textualmente, ha puesto en duda públicamente Dukakis.Para mantener el suspense hasta el final, Bush no hará público el nombre de su candidato a la vicepresidencia hasta el jueves, horas antes de su designación oficial por los delegados republicanos. Pero los sondeos, el instrumento estadístico que realmente dirige este país, señalan que sea quien sea el número dos, ayudará muy poco nacionalmente a Bush, que está a la zaga de Dulcakis en todas las regiones de EE UU, incluida California, la tierra prometida del reaganismo.
Este secretismo parece ser la única manera de conseguir la atención de una opinión pública distraída que no acaba de conectar con estos circos para la televisión en que los partidos políticos y los medios de comunicación han convertido a las convenciones. Y como guinda, el que se espera gran discurso de aceptación de la candidatura presidencial por Bush, un político que intenta romper el maleficio histórico que acredita que, desde 1836 en que lo consiguiera Van Buren, ningún vicepresidente ha llegado, por vía de las urnas, a la presidencia.
A favor del vicepresidente
Curiosamente, todo parece jugar en favor de Bush. Distensión con los soviéticos, conflictos internacionales en vías de solución: Golfo Pérsico, Afganistán, Angola y Namibia. Ningún chico estadounidense luchando fuera del país. Y la economía en su quinto año de expansión. Pero aquí pueden aparecer nubarrones para Bush, que se ha quitado de encima otro peligro, el juicio del teniente coronel Oliver North por el Irangate, aplazado hasta después de las elecciones. La Reserva Federal, el banco central, acaba de aumentar medio punto el tipo de descuento, en un intento de frenar una economía que considera peligrosamente recalentada y evitar un rebrote de la inflación. Este frenazo, que será sentido por un país de consumidores que no están dispuesto a dejar de consumir, podría perjudicar al vicepresidente y, temen algunos, adelantar la inevitable recesión.Pero mientras se espera a ver si Bush tiene la visión necesaria para alcanzar la casa Blanca, el rey de esta convención es Ronald Reagan, el ídolo y el único líder del Partido Republicano, que anoche hizo su entrada triunfal en esta ciudad, donde se inventó el póker y los dados trucados, española hasta hace sólo 185 años y, antes y después, francesa. El presidente se despedirá hoy del partido al que ha dado ocho años ininterrumpidos de poder y de gloria. Será una jornada de celebración y nostalgia de la era de Reagan, que los republicanos esperan tenga una continuación, tras la elección del 8 de noviembre, con George Bush como sucesor.
Es tal la fuerza de arrastre del presidente que los hombres de Bush han decidido que el candidato republicano no suba esta noche al podio del Superdome, un gigantesco estadio cubierto, escenario de la convención. Prefieren que no sea empequeñecido por Reagan, y Bush no llegará a Nueva Orleans hasta mañana. Éste es el verdadero talón de aquiles del vicepresidente. Su comparación con un presidente simpático y muy popular le hace aparecer como una no entidad política. De cualquier forma, Bush ya ha logrado la promesa de Reagan de que en los próximos 100 días hará una campaña intensa por todo el país en favor de su vicepresidente.
George Bush y los republicanos venderán en Nueva Orleans un mensaje de "cambio y progreso" sin riesgo -ya no se atreven a hablar simplemente de continuidad del reaganismo-, frente a lo que su programa califica de "cambio y caos con los demócratas". Las encuestas reflejan que los ciudadanos quieren un cambio político, pero sin que se note mucho. En esa línea se encuentran las declaraciones de ayer de Bush de que está dispuesto a entrevistarse con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Pero lo que el Grand Old Party (GOP), cuyo símbolo es un elefante, machacará aquí durante cuatro días es que votar a Dukakis es dar un salto en el vacío.
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