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El 'Fortuna'

El Fortuna, una vez más, se convirtió ayer en el protagonista del verano balear. El yate real es una segunda residencia estival para los Reyes, y es el refugio perfecto para que los príncipes de Gales, Diana y Carlos, eludan el acoso de los reporteros. La embarcación es además una imagen característica en la línea del horizonte mallorquín.La embarcación del Rey es, sin embargo, una gran desconocida para los españoles, a pesar de que forme parte del patrimonio nacional, después de que el rey Juan Carlos la cediera a los españoles en 1981, poco después de que el príncipe Fahd de Arabia Saudí se lo obsequiara como un presente de amistad.

"El Fortuna es una máquina impresionante", suelen comentar los aficionados a la náutica que coinciden en el Real Club Náutico de Palma y que suspiran por subir a bordo del yate y dar potencia a sus mandos.

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Esta nave fue construida en los astilleros Palmer y Jonhson, en el lago Michigan, en Estados Unidos, aunque fue remodelada en Mefasa, en San Juan de Nieva (Asturias), donde la embarcación se ajustó a las necesidades del Rey y su familia.

Un barco sin hélice

Se trata de un barco de aleación ligera de aluminio de alta resistencia, cuya propulsión se consigue a través de tres potentes chorros de agua sin hélice. El Fortuna tiene una turbina y dos motores Diesel, carece de timones y maniobra utilizando los chorros laterales.El yate del Rey tiene cinco camarotes, alcanza una velocidad de crucero de 11 nudos, pero puede llegar sin problemas a los 45 y tiene una eslora de 29 metros. La estabilidad de la nave es perfecta, incluso a alta velocidad.

La tripulación del Fortuna está compuesta por tres marineros, comandados por Richard Cross, un inglés experto en motores de avión y barcos, que está al servicio de Su Majestad desde 1972, y que muy a menudo suele dejar los mandos del yate en manos del Rey, cuando el Fortuna suelta sus amarras en Puerto Pi y sale a la mar en busca de algún rincón tranquilo donde el Rey y sus invitados puedan disfrutar del mar sin ser molestados.

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