Y tiró su guante blanco
"¿Al estadio Vicente Calderón otra vez?", dice el taxista. "Es la tercera vez esta tarde, ¿y cómo está eso?. Madre mía. Acabo de dejar a una niña que cogí en la Sepulvedana. Venía de Talavera, quería tratar de conseguir una entrada a las 7 de la tarde. 'Mi padre me ha dado 15.000 pesetas y mi madre 10.000' me dijo. ¿Y te vas a gastar todo eso?, le pregunté. 'Sí. Pago lo que sea. Después iré a dormir a casa de una prima, porque no creo que me llegue el dinero para volver a Talavera'. Tenía unos 15 años y venía sola".A última hora se decidió ampliar el número de entradas puestas a la venta, con lo que en lugar de las 25.000 pesetas que costaba la reventa esa chica la pudo comprar por las 3.500 de taquilla. Como ella, cerca de 60.000 jóvenes, entre los que había también muchos niños, esperaban impacientes la salida del ídolo. Con los últimos compases de la primera canción salió la primera chica desmayada, junto con los fotógrafos de prensa. El público recibía con entusiasmo cada uno de los efectos especiales y aplaudía impaciente en los breves intermedios entre canción y canción.
Una compungida chica fue la elegida para subir al escenario para bailar con Michael Jackson , sin embargo la emoción no la dejó más que taparse la cara con las manos y tratar de abrazar repetidamente a Michael Jackson hasta que fue retirada por un personaje con sombrero de copa. El público acompañó con aplausos la mayoría de los temas del cantante, que salió en la última canción con seis niños españoles que trataban de imitar su baile.
El cantante, en un alarde de atención al público, tiró su guante blanco y más tarde uno de sus cinturones, que fueron recogidos por el público y quien sabe si despedazados por ellos. Desde las primeras canciones y en el breve intermedio entre cada una de ellas coreaban los estribillos en inglés y le gritaban "torero, torero". Al público de las primeras filas se le refrescaba con agua de botellas y cubos.
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