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Mathias Rust y la distensión

Era de esperar que el joven piloto Mathias Rust no purgase la totalidad de la condena que le había sido impuesta tras haber aterrizado con su avión en la plaza Roja. Su detención, después de poco más de un año de cárcel, rompe con una práctica soviética que, hasta este momento, era mucho más inflexible.No se trata de un gesto amable con respecto a los responsables de la defensa soviética, a los que Rust puso en evidencia aterrizando al lado de las murallas del Kremlin.

Los responsables pagaron con su destitución aquel episodio rocambolesco. Y hoy han podido ver cómo vuelve a su país, con todas las bendiciones del poder político, el enfant terrible que fue la causa de su caída.

Por otra parte, esta pronta liberación es signo ante todo de la voluntad de Moscú de normalizar cuanto antes el nivel de sus relaciones con Bonn. Ambos países preparan febrilmente la próxima visita del canciller Kohl a la URSS en octubre.

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No hay duda de que ninguna de las dos partes iba a consentir que el grano de arena de la avioneta en Moscú interrumpiese un proceso diplomático tan avanzado y que llegará lejos.

Con la puesta en libertad del joven piloto se prepara un retorno de las relaciones entre los dos países en el clima de cooperación originado por la ostpolitik del canciller Willy Brandt, clima sólo alterado por la crisis de los euromisiles.

4 de agosto

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