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Crítica:FESTIVAL DE JAZZ DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aires europeos

ENVIADO ESPECIALEl Festival de Jazz de San Sebastián se cerró con aires europeos. Aunque muchos lo ignoren o pretendan ignorarlo, en el viejo continente también se hace jazz, y del bueno.

Texier, Masqualero y Garbarek llenaron una velada pluridirección dominada por los contrastes. La imposibilidad de hablar de un solo jazz europeo quedó patente en el escenario de Anoeta; la tan habitual generalización a la que se tiende en estos casos debe ceder ya definitivamente ante la personalización, el olvido de procedencias y la necesidad casi vital de huir de etiquetados. Lo que se pudo escuchar en el velódromo donostiarra fue música de gran calidad producida por tres grupos sin pasaporte.

Henri Texier Quintet, Masqualero y Jan Garbarek Group

Polideportivo de Anoeta. San Sebastián, 25 de julio.

El sonido de dos saxofones absolutamente dispares, marcó las cimas más altas de la noche: los saxos de Louis Sclavis y Jan Garbarek.

Sclavis fue la cabeza sobresaliente del quinteto de Texier, sus solos con el clarinete bajo fueron una lección de seguridad y autoridad, huyendo de lo fácil para exteriorizar ritmos y melodías de una gran belleza. Ligeros toques de electrónica completaron la misteriosa sonoridad de un instrumento misterioso. También con el clarinete y con el saxo soprano Sclavis se mostró inventivo llegando a pasajes de gran sensualidad. Un viaje en el que la mano de Texier tenía también mucho que ver. El contrabajista gusta de partir de ritmos populares para elaborar temas en los que la complejidad estructral y buen humor se codean sin problemas. Una música no especialmente fácil pero de un atractivo indiscutible.

El otro saxo de la noche, Jan Garbarek, fue mucho más que una sorpresa: fue redescubrir a uno de los más importantes creadores europoes de la actualidad al que muchos daban ya por perdido. Garbarek, con un nuevo y también sorprendente look, está viviendo un gran momento creativo; ha dejado atrás los pesados y cargantes lastres que le encadenaban a una estética sin salida para zambullirse en un mundo de nuevas sensaciones. Garbarek potente y seguro que se deja seducir por el ritmo envolvente que le marca un Nana Vasconcelos sencillamente magistral. Garbarek ha profundizado en su sonoridad típica perdiendo el toque histerizante que le había caracterizado durante mucho tiempo; ahora hace sonar el soprano y el tenor con fuerza y sensibilidad. La interpretación de Hasta siempre a ritmo solapado de tango fue, además de sorprendente, inolvidable.

Galbarek se rodea para esta nueva aventura de cuatro músicos extraordinarios: el ya mencionado Vasconcelos, que podía haber justificado por sí solo todo el concierto, y la sonoridad de Brueninghaus y Weber. Descubir a este Galbarek ha sido una de las cosas más excitantes de este festival donostiarra.

El tercer grupo de la noche, segundo en el orden de actuacion, fue Masquarelo, comandado por el contrabajista Arild Andersen, que convirtió toda su actuación en verdadero concierto para contrabajo. Por suerte, Andersen posee un sonido contundente y tiene muchas cosas que decir. Pero la actuación del grupo escandinavo quedó minimizada entre Texier y Galbarek.

Y a las tres de la madrugada, cuando el festival ya había concluido, Texier y los suyos seguían tocando como locos en el Be Bop Bar, prolongando así un festival que en esta edición ha rayado en niveles creativos de gran altura.

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