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Quieren pintarla de rosa

La plaza Mayor de Madrid sufrirá un "cambio radical" tras las obras de restauración iniciadas

Hace pocos días, los vecinos de la plaza Mayor madrileña se despertaron con trozos del recinto histórico pintados con diferentes y extrañas tonalidades cromáticas. La explicación y la sorpresa llegaron juntas: el Ayuntamiento hacía pruebas para determinar qué colores vestirán la futura plaza. Los comentarios, unánimes: "No puede ser, ¡nuestra plaza, de rosa!'. La respuesta de la Administración: "Que no es rosa, que no. Que es ocre rojizo. Que se ha consultado a expertos". En cualquier caso, las obras ya se han iniciado: 200 millones y siete meses para la restauración de la parte visible de la plaza, y un tiempo y un dinero aún no concretados para rehabilitar los edificios del entorno.

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Sin consulta previa a sus seculares habitantes, los fantasmas, la Plaza Mayor es declarada en febrero de 1985 monumento histórico-artístico, con gran sorpresa de los mortales vecinos, que creían que tenía esta catalogación tiempo atrás. Vecinos que pocos meses después son citados por el Ayuntamiento para presentarles la reforma que ahora ha empezado a realizarse.Han sido dos años de estudios, de encuentros de distintos organismos culturales, para analizar en detalle los aspectos que configuran esta plaza; tiempo de reuniones con historiadores, críticos y expertos en el Madrid antiguo, de conversaciones con los vecinos, de presupuestos, de inspecciones de los arquitectos por los edificios de la plaza. Dos años para terminar de iniciar un salvamento pedido a gritos por las deterioradas piedras de una de las plazas más bellas de Europa.

El proyecto, que inicialmente incluía no sólo el remozo de la plaza Mayor, sino también la rehabilitación de 110 edificios de la zona, se ha visto reducido paulatinamente. De momento se ha iniciado el arreglo de las fachadas de la plaza, con un presupuesto de 200 millones. Se ha ordenado a los propietarios de pisos que se arreglen escaleras, pozos, cubiertas, cimientos y otras partes comunes de los edificios, para lo que el Ayuntamiento ofrece subvenciones a fondo perdido que van desde el 15% al 50%.

En los últimos siglos, la plaza madrileña ha sufrido numerosas reformas. La de mediados del siglo XIX costó cerca de 100.000 reales. La de 1914, en la que el actual Ayuntamiento va a basarse, llevada a cabo por Enrique Gijó, trasforma las pinturas de la Casa de la Panadería. Otra restauración más amplia de la fachada se aborda en 1948, y en 1961 se transforma la plazoleta central.

Hablan los técnicos

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Antes de comenzar estas obras tuvieron que ser apuntalados varios arcos por cuestiones de seguridad. La suciedad acumulada ha convertido una fachada que debió de ser beis en algo de color indefinido. Las pruebas de pintura realizadas para el revoco muestran varios rosas de diferente intensidad y calidad Estos rosas son los que han provocado los airados comentarios de los vecinos.Miguel Palmero, jefe de división de rehabilitación en el casco antiguo y hombre visible del Ayuntamiento de Madrid en esta aventura, comenta que el rosa es tan sólo un ocre rojizo; que se ha consultado con expertos, que como la teja árabe de la cubierta se cambió hace unas décadas por la pizarra negra actual y el suelo históricamente de tierra o granito se cubrió por adoquines de color negro, blanco y rojo (este último, hoy, de color indeterminado), no hay más remedio que adaptarse a esa realidad.

"La fachada que está encajonada entre la cubierta y el suelo debe recuperar la fuerza que realmente debería tener dentro del conjunto de la plaza", continúa Palmero, "y se ha decidido ir a un tipo de arquitectura conocida en el Madrid antiguo". El arquitecto se refiere a las fachadas en las que se ha utilizado ladrillo visto con una junta de mortero y mezcla de cal que le da el tono blanco. "Si se entornan los ojos para comprobar el efecto que hace el tono de la superficie quedaría la suma de ese rojo y ese blanco, es decir, un rojo más blanquecino", comenta.

Colorines

Respecto a los casi 12 colorines que se han probado para utilizarlos en la carpintería de las contraventanas -los hay que bordean el lila-, el responsable municipal afirma que alguna de las pruebas ha sido absolutamente gratuita: "Suponemos que habrá sido el propio pintor, porque a veces los pintores son incontrolables, pero están dadas las órdenes para que no se vuelva a repetir". 'Tas pruebas oficiales son en blanco, huesos o arena", añade."En cualquier caso, la plaza va a sufrir un cambio radical, que en principio puede asustar", concluye Miguel Palmero. "Luego la retina se va adaptando, y si hemos conseguido una composición correcta, los madrileños y la plaza lo agradecerán".

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