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La guerra de los Marianos

El alcalde y el ex alcalde de Villamanta discuten por un polígono industrial con una sola empresa

Juan Antonio Carbajo

En el pequeño pueblo madrileño de Villamanta ha estallado una guerra entre Mariano Núñez y Mariano Núñez. Son el antiguo alcalde y el actual; pero aunque comparten nombre, apellido y vocación política, ni son parientes ni pierden la mínima oportunidad de ponerse verdes. Lo que ahora les tiene a mal traer no deja de ser curioso para un pueblo de menos de 1.000 habitantes, de los que unos 200 son los ancianos de dos residencias: un polo industrial casi terminado que sólo ha logrado atraer a un vecino de Villaviciosa que tiene una empresita de saunas.

El antiguo alcalde se despidió de su mandato con el proyecto de un soberbio polígono industrial en el que, por el momento, sólo un empresario, fabricante de saunas por más señas, se ha animado a instalarse. Ahora acusa a su tocayo y sucesor, al que llaman el alcalde bis, de haber hecho fracasar tan audaz y benemérito proyecto de desarrollo de Villamanta y sus gentes.Todo comenzó cuando Mariano Núñez, el primero, decidió que, después de 12 años, era hora de darse reposo político. Para hacerlo suavemente aceptó el número dos de la lista del CDS, convencido de que sólo saldría elegido el cabeza de lista. Mientras, el otro Mariano Nuñez, el segundo, encabezaba la lista del PSOE. Demostrando bastante buen tino, ambos consiguieron lo que perseguían: uno, dejarlo todo, y el otro, cogerlo.

Pero el traspaso de poderes entre los dos Marianos no fue meramente protocolario, porque el primero le dejó al segundo un proyecto de polígono industrial. El saliente aseguraba que así se creaba empleo, aunque sólo fuera. Y para ello estableció un duro requisito: generar seis puestos por cada 1.000 metros cuadrados, a cambio de un precio muy bajo, 41 pesetas, por el metro cuadrado adquirido.

El entrante no entró al trapo y, considerándolo una maniobra simplemente electoralista, se ha negado a firmar los justificantes de obras de Iberduero en el polígono. Según él, el coste de las obras de urbanización se ha triplicado por exceso de alegría en la previsión de los gastos de su antecesor. Dadas las circunstancias, quiere que la empresa constructora de saunas, la única que empezó a instalarse, pague la parte que le toca.

Esto es precisamente lo que le faltaba a Antonio Moreno, el fabricante de saunas -que se ha instalado provisionalmente en un local municipal- que invirtió en su negocio ocho millones y llegó a hipotecar su propia casa.

De todas maneras, el alcalde bis piensa que el mejor destino que puede dársele al polígono, ya que está, es construir naves industriales para alquilarlas. Así el pueblo no perdería su patrimonio, porque lo demás le parece regalar el terreno.

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El antiguo edil piensa que esto no es más que paralizar la industrialización del pueblo, lo que considera una prueba de la "ineptitud e incompetencia" del actual alcalde. Le acusa de "espantar" a otras empresas que podrían instalarse en el polígono y que incluso han comprado una parcela: un taller de joyería al que el retraso de unas subvenciones tiene paralizado y una gasolinera que no cumple con las exigencia de Campsa de que compre un terreno también al otro lado de la carretera. El actual alcalde, evidentemente, rechaza las imputaciones. Y el empresario de joyería también.

Caza y toros

Para que nada falte, las dos principales aficiones de la gente del pueblo son la caza y los toros. Mariano Nuñez, el primero, está construyendo un pequeña plaza para su hijo, que siente la querencia de la fiesta y ya es novillero. Mariano Nuñez, el segundo, es un cazador empedernido. Su antecesor le acusa asimismo de no sacar a subasta un coto municipal, que por unanimidad se ha adjudicado a un grupo de cazadores del pueblo entre los que se encuentra el propio alcalde.

El segundo Mariano, que asegura estar cotizando por el coto lo que ningún otro grupo de cazadores hubiera ofrecido, contraataca asegurando que su tocayo, el ex alcalde, está vallando ahora el terreno donde está el depósito de agua de¡ pueblo, a pesar de que durante su etapa municipal lo había cedido al pueblo a cambio de una reducción del 80% en su factura del agua.

Aunque no es fácil prever cuál será el próximo episodio en la guerra de los dos alcaldes tocayos de Villamanta, no cuesta adivinar en la historia algún que otro irónico guiño de la diosa de la causalidad. Y aún hay más: el próximo proyecto del Ayuntamiento de Villamanta es convertir el arroyo seco del pueblo en parque natural.

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