El descenso de las aguas abre paso al desescombro
Los pueblos de las comarcas guipuzcoanas del Urola y del alto y bajo Deva han recuperado en buena medida su habitual fisonomía urbana, mientras prosiguen a fuerte ritmo los trabajos de limpieza y desescombro y los equipos de rescate continúan sumando cadáveres. Anoche eran 12 las víctimas mortales provocadas por la tromba de agua que arrasó el martes un tercio de la provincia y aún no han aparecido cinco personas que fueron arrastradas por las riadas.
Los últimos cadáveres rescatados corresponden a Bittori Ayastui, de Zumárraga, Beatriz Dacosta, la niña portuguesa arrastrada por la corriente junto con sus dos hermanas y su madre, y Garbiñe Basauri, una joven de Bergara que fue engullida por las aguas tras haber resistido durante media hora abrazada a unos arbustos. En la tarde de ayer aparecierón un nuevo cadáver en Elgó¡bar, una niña de unos 15 años, cuyo nombre se desconocía al cierre de esta edición.El cuerpo de Garbiñe Basauri fue localizado sobre la una de la tarde cerca del puerto de Guetaria, a 25 kilómetros de la chabola que ocupaba junto con su familia. Los servicios sanitarios desaconsejaron ayer, con relativo éxito en una jornada muy calurosa, las baños en las playas de la provincia e invitaron a vacunarse a los miles de vecinos que participan en las tareas de limpieza. Posteriormente, el Ayuntamiento de San Sebastián comunicaba que se podía hacer uso de las playas de la capital donostiarra. La organización patronal Adegui solicitó ayer a las administraciones central y autonómica que la adopción de medidas de tipo financiero y aplazamientos fiscales para que las empresas afectadas puedan reponerse del desastre.
Efectos devastadores
Adegui, que ha solicitado al Consorcio General de Seguros la rápida tramitación de los expedientes de las empresas afectadas, afirma que los devastadores efectos de la tromba de agua han sido similares o incluso superiores a los provocados por la gota fría de agosto de 1983.El lehendakari José Antonio Ardanza anunció ayer en É¡bar que la primera estimación de las pérdidas podrá darse a conocer dentro de dos o tres días. [Según la Dirección General de Protección Civil, los daños causados en el norte de España por la tromba de agua pueden superar los 10.000 millones, informa Europa Press].
Los devastadores efectos causados por las lluvias torrenciales cobraron su verdadera magnitud con las primeras luces del alba del pasado miércoles, tras una noche infame que mantuvo en vilo a las poblaciones de Elgó¡bar, Zumárraga, Éibar, Soraluce, Bergara, Mendaro y Azpeitia, entre otras. Los daños causados en las fábricas y talleres -preferentemente del sector de la máquina herramienta, concentrado en la zona- son cuantiosos y colocan a algunas de estas empresas en situación comprometida.
La tromba de agua, similar en intensidad, aunque mucho más localizada que la gota fría que asoló en el verano de 1983 buena parte de Guipúzcoa y Vizcaya, giró sobre las comarcas del alto y bajo Deva y del Urola entre las nueve y las once de la noche del martes, mientras el resto de la provincia asistía a esporádicos aguaceros. En Elgó¡bar, en Soraluce, en Éibar, los torrentes de agua surgieron casi de improviso.
En las zonas altas de los montes surcaron vertiginosamente las laderas y desplomaron su carga en los valles. Las masas de agua desbordaron los ríos, se apoderaron de las carreteras y de las calles, rompieron o bloquearon las tuberías de los desagües e inundaron los barrios bajos. Todo fue rapidísimo, y el caudal del agua remitió hasta los niveles absorbibles por los diques y márgenes a gran velocidad. Los barrios situados entre los montes y los ríos Deva y Urola quedaron atrapados en la confluencia de las dos masas de agua y corrieron con la peor suerte.
Las riadas penetraron violentamente en las viviendas bajas, los comercios y las fábricas, obligando a precipitados desalojos. Barrios enteros permanecieron aislados durante la noche, sin luz, sin agua potable y sin teléfono. En algunas zonas, el agua alcanzó la segunda planta de los talleres y el caudal de los ríos se incrementó en cuatro, cinco o seis metros por encima del nivel habitual. La carretera del barrio de Santa Clara estuvo ocupada por una avalancha de agua de 1,5 metros de altura, y en las plazas de Elgó¡bar y Soraluce, el agua jugaba al vaivén con los coches, para finalmente empotrarlos en cualquier fachada.
La Ertzaintza, la Guardia Civil y unidades del Ejército fueron movilizadas para ayudar a los servicios de la Cruz Roja y de la DYA, que no daban abasto. A medianoche, las noticias empezaron a ser alarmantes; había aparecido ya en Elgó¡bar el primer cadáver, y se hablaba ya de varios desaparecidos.
A la mañana siguiente y siguiendo el consejo de los ayuntamientos, los vecinos fotografiaban sus casas arruinadas para poder reclamar las indemnizaciones.
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