La historia, en camisón
Con singular tenacidad, Jaime Camino ha ido dibujando en su cine el perfil de nuestra historia reciente y ha sido su virtud mayor el no haberse impuesto fronteras en su óptica, que a veces nace de impulsos muy personales (España otra vez, Las largas vacaciones del 36), otras toma forma de documental (La vieja memoria) y aun otras -otra, en realidad- enhebra, caprichoso, la aguja más tradicional del cine histórico, concebido desde la atalaya de la superproducción, bien decorado, vestido y mejor interpretado. Éste es el caso, evidentemente, de Dragon Rapide, su penúltima producción, de 1986, un esforzado fresco que, bajo la asesoría histórica de lan Gibson, pretende narrar con todos los pelos y señales las horas y minutos exactos que precedieron al levantamiento del 18 de julio, sujetándose a un esquema cinematográfico clásico -el de Tora, Tora, Tora!, por ejemplo-, ese esquema que tinta cada minuto de proyección, las imágenes con fechas y horas, puntos geográficos, nombres, apellidos y cargos.Es, por supuesto, una opción lícita, pero también es una opción que se autolimita en la propia exactitud de su crónica, no concede respiros, agota.
Dragon Rapíde se emite hoy a las 22
25 Vota a Gundisalvo, a las 2.35 del sábado, y Retorno al pasado, a las 7.30 de sábado, las tres por TVE-1. Aqui hay petroleo se emite a las 18.00 por TVE-2
Afortunadamente, ahí están Juan Diego -con una docena más de kilos para la ocasión, todo un Robert de Niro- y Victoria Peña, como Francisco y Carmen, rompiendo tabúes y saldando una vieja cuenta pendiente, la de ofrecer una imagen íntima de ese matrimonio, de alcoba y comedor y no de iglesia y pantano, además de aprovechar la ocasión para apuntar las posibles influencias que sobre el futuro dictador ejercería su mujer. Vamos, que a veces la historia se escribe en camisón, aunque la posteridad sólo recoja las medallas y un puñado de estrellas en la bocamanga.
A destacar, en esta eficaz película de Camino, la muy mesurada y al mismo tiempo brillante interpretación de Juan Diego, sin dejar a la zaga las excelentes caracterizaciones de Victoria Peña y del resto del elenco, muy ajustados a sus papeles.
Dragon Rapide mereció en su momento los más variados elogios y, al margen de sus cualidades cinematográficas, uno de los más merecidos haberes del filme es que representa un cine histórico realizado desde la madurez, tanto historiográfica como expresiva.
Algunas otras películas españolas rematan la programación del día: Aquí hay petróleo, dentro del ciclo dedicado a José Luis Ozores, con todos los ingredientes desiguales propios del género y de la época en que fue realizada y estrenada, aun contando las tímidas veleidades neorrealistas de su director. Rafael J. Salvia, y Vota a Gundisalvo, una vulgar comedia de ambiguas intenciones paródicas sobre la entonces recién estrenada democracia, dirigida por Pedro Lazaga y protagonizada por Antonio Ferrandis.
Joya del cine negro
Lo mejor del día, sin embargo, se llama Retorno al pasado y es un inmarcesible tesoro del cine negro norteamericano, manufacturado por la RKO y Jacques Tourneur en 1947, fotografiadas sus oníricas brumas por un insuperable Nicholas Musuraca e interpretado por Robert Mitchum, Jane Greer, Kirk Douglas y Rhonda Fleming. Como en Perdición, El cartero siempre llama dos veces o Cara de ángel, una mujer guiará el destino de nuestro protagonista, caído en sus redes y atrapado en un laberinto de dificil salida. Los diálogos son de un inigualado ingenio, a años luz del remake perpetrado, hará cosa de un lustro, por Taylor Hackford, con Jeff Bridges y Rachel Ward como protagonistas.
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